Fiel a su estilo adusto y su enfoque en el humanismo social, Loach regresó al cine, enfrentándose a un estado kafkiano y logrando así la Palma de Oro, a la edad de 80 años.
Pequeño filme de personajes, apuntalado por cuatro generaciones de actores de mirada franca que logra conectar no solo con los eternos universitarios, sino también con aquellos que buscamos en los libros lo que no podemos encontrar en la vida real.
Compensa con honestidad sus evidentes carencias. La falta de pretensiones se encuentra, al sur, con una despreocupación formal que puede ser interpretada por ojos indulgentes como audacia.
Esta película está bellamente filmada y presenta un enfoque accesible al cine social. Es tan divertida, audaz y desenfadada que logra evitar cualquier sensación de culpa en el espectador.
Filme de catequesis ligera que se conforma con que no confundamos a Dios con Papá Noel. La extraña lucha de opuestos que presenta no logra alcanzar la potencia de 'Camino'.
Un extravagante interés, derivado de un curioso reparto, una producción sólida y una iluminación que busca transmitir fuerza. Sin embargo, el intento de abordar una refriega política resulta ser un espejismo.
Imbricado con el paisaje rosellonés y dedicado al cineasta brechtiano Syberberg, así como al vinatero Di Vecchi Staraz, los saltos temporales se presentan como pequeñas burbujas de aire en un recorrido hacia el anhelo eterno de la libertad.
Stephen Hopkins, un director que transita entre el cine y la televisión, imprime un aire de telefilme a una película que parece buscar reivindicar a Jesse Owens el reconocimiento oficial que nunca llegó a obtener.
Sosa comedia, la película no es destacable, pero tampoco es un desastre total. Ni bien ni mal, simplemente regular, lo que la hace aún más decepcionante.
La labor del protagonista como falsificador permite al filme alejarse de la narrativa convencional del drama hebreo para profundizar en la destreza artística del personaje.
La solidez y el mentón mussoliniano de Jason Clarke destacan mientras la trama se desdobla en dos historias. Heydrich se presenta como nunca lo habías visto, aunque ya lo imaginabas.