Una opera prima tierna e inocente, un musical teñido de comedia, un brindis por los perdedores que, en el fondo, quiza no lo sean. Hay defectos, pero también algo muy importante que solo nace del corazón.
Qué película tan extraña, tan poética, tan espiritual y bella visualmente hablando, sobre todo, cuando sus creadores nos zambullen en lo más profundo del océano.
El principio apuntaba hacia una inquietante y sorprendente propuesta, pero el filme no logra emocionar con la historia de un adolescente intratable. Da la impresión de que el guión se quedó corto o que hubo ideas más interesantes que no se incluyeron.
Posee un sarcástico sentido del humor, que, sobre todo en la primera parte de la cinta, funciona y asegura un buen rato. Lástima que durante la segunda el batacazo sea casi inevitable.
Cargada de buenos propósitos y paletadas de ternura hacia sus personajes, varias escenas muestran un exceso de carga melodramática que empañan el resultado.
Realista, honesta y en ocasiones vergonzosa, aunque no pueda eludir ciertos tópicos o arquetipos y le pese su ajustado presupuesto, la cinta desvela una cara muy distinta del llamado deporte rey.
Un filme impactante, aunque es mejor olvidar el relato original en el que se basa. La adaptación carece de matices y profundidad literaria, además de incluir algunos recursos que se sienten como trucos de un jugador tramposo.
Thriller repleto de contradicciones y engaños, donde corres el riesgo de perderte entre tantos personajes y giros de guion. Afortunadamente, Crowe logra mantener el nivel en todo momento.
El realizador emplea varios primeros planos para involucrarnos en ese salón. Sin embargo, es lamentable que ni los actores ni el propio De la Orden tengan claro si lo que están contando es un drama o una tragicomedia.
Duro y delicado, el filme combina elementos reales, terribles y dolorosos con otros más oníricos, guiados por una extraña poesía que aún persiste en los más jóvenes.
Larguísimo filme que presenta sutiles variaciones a lo largo de su duración. Es un festín que a veces se vuelve delirante y brillante, y en otras ocasiones cae en un humor algo ingenuo, como si los personajes adultos hubieran regresado a su infancia.
La película tiene sus méritos, pero especialmente destaca por la presencia de estas dos talentosas intérpretes que, a pesar de su apariencia frágil, logran enriquecer y dar profundidad a sus actuaciones en la pantalla.
Cruce raro entre dos filmes maravillosos de Pixar, «Up!» y «Wall-E», la película produce buenas vibraciones al espectador, aunque algún que otro forzado retruécano del guión nos pueda dejar con cara de asombro.