Se sitúa en la valla que separa una rutinaria película de sketches cómicos de algo más raro, más extraño y menos comprometido con ofrecer tranquilizadoras homilías domésticas.
'Life Is Sweet' es la película que catapultó a Leigh como un cineasta de renombre internacional y continúa siendo una de las más destacadas de su trayectoria.
Gibson brinda una actuación dinámica y respetable, sin embargo, esto no logra mitigar la desilusión de observar que los directores han abordado su inquietante premisa de manera tan literal.
Funciona porque es el trabajo de un grupo de profesionales con talento que se lo pasan bien jugando con el thriller tradicional. Lo bueno compensa lo malo.
Graham toma una idea que podría haber dado lugar a una película de terror intensa y la extiende a lo largo de tres episodios. Como consecuencia, la producción se siente repetitiva y carece de la tensión que se esperaba.
Como 'District 90', es un trabajo de género que presenta ideas fascinantes, centrado en la influencia de las armamentísticas y los espectáculos explosivos.
Producto bienintencionado que sólo destaca cuando el director emplea su característica crítica social, por lo que se queda atrás a la hora de ser comparada con otras obras de Cohen.
Un homenaje a la conexión física y tangible con los objetos, en un mundo donde la cultura del siglo XXI se aferra a un único dispositivo multifuncional.
Se presenta como un filme cínico disfrazado de idealismo, resultando aún más engañoso por su naturaleza anodina y su capacidad de ser fácilmente olvidado.
Dura 76 minutos, de los cuales 45 son innecesarios. Su deseo de ser 'artística' eclipsa la importancia de ofrecer elementos básicos como actuaciones destacadas, una trama coherente o una atmósfera envolvente.