Funciona porque es el trabajo de un grupo de profesionales con talento que se lo pasan bien jugando con el thriller tradicional. Lo bueno compensa lo malo.
Graham toma una idea que podría haber dado lugar a una película de terror intensa y la extiende a lo largo de tres episodios. Como consecuencia, la producción se siente repetitiva y carece de la tensión que se esperaba.
Como 'District 90', es un trabajo de género que presenta ideas fascinantes, centrado en la influencia de las armamentísticas y los espectáculos explosivos.
Producto bienintencionado que sólo destaca cuando el director emplea su característica crítica social, por lo que se queda atrás a la hora de ser comparada con otras obras de Cohen.
Konchalovsky opta por una estética meticulosa que resalta cada ironía y símbolo, llevando la carga de su obviedad a un nivel extenuante, al mismo tiempo que se vuelve sinceramente poética.
Bergman se enfrenta con valentía a sus tormentos y deseos. Su grandeza en el cine de autor se debe a su habilidad para transformar el sufrimiento en algo cautivador.
Un homenaje a la conexión física y tangible con los objetos, en un mundo donde la cultura del siglo XXI se aferra a un único dispositivo multifuncional.
Cluzot, a su manera, desentimentaliza el proceso artístico, mostrando la exaltación y el terror de una forma de vida que exige sabiduría sobre cómo y cuándo soltar algo.
Contiene una sacudida de perversidad significativa y retrospectiva que eclipsa con creces cualquier posible intención artística por parte de sus creadores: la visión del futuro presidente Ronald Reagan interpretando a un villano.
Se presenta como un filme cínico disfrazado de idealismo, resultando aún más engañoso por su naturaleza anodina y su capacidad de ser fácilmente olvidado.
Dura 76 minutos, de los cuales 45 son innecesarios. Su deseo de ser 'artística' eclipsa la importancia de ofrecer elementos básicos como actuaciones destacadas, una trama coherente o una atmósfera envolvente.