No hay nada malo en los cuentos de hadas, pero no tienen porqué ser formulaicos. Una película como esta se habría beneficiado de una mezcla entre fantasía y creatividad.
Una tiene que preguntarse sobre el estado mental de un director de mediana edad que, de forma reiterada, busca material sobre la amoralidad y promiscuidad de unos adolescentes con poco que decir.
Las actuaciones son destacables y las escenas de fútbol resultan emocionantes. Sin embargo, su superficialidad la aleja de la conmovedora historia que podría haber logrado.
Está un poco por encima de la mayoría de las películas sobre niños aterradores, con un giro que la distingue. La trama se desenvuelve con una sensación de tensión palpable.
La trama es predecible y los diálogos son a menudo empalagosos, pero al menos los chavales se identificarán con el deseo de aventura y exploración de Stuart.
La imagen de África que se presenta frecuentemente en el cine refleja un continente herido. Esta fábula humanista, dirigida por una talentosa directora, ofrece una poderosa historia de superación ante adversidades.
El libro 'The Glass Castle' supera con creces a la película. El principal error del film radica en su tono emocional y en la búsqueda de un final redentor y optimista. Este enfoque resulta ser completamente erróneo.
La vulgar y simple historia en "Crazy Heart" sobre un cantante country en horas bajas se alza gracias al retrato crudo y sentido que Bridges parece hacer sin el menor esfuerzo.