Lo complicado de 'Ash vs Evil Dead' es encontrar una conexión entre la energía frenética y casi caótica que Raimi imprime en el piloto y la sensación de decepción del segundo episodio, sabiendo que lo más probable es que la serie mantenga este tono en los próximos capítulos.
La película presenta una excelente dirección artística y un sonido envolvente. Para los seguidores, será un deleite descubrir las numerosas referencias y cameos que incluye.
Se beneficia de su cercanía a 'The Wire' y también sufre por la misma causa: porque puedes ser una serie condenadamente sólida y aun así, no ser 'The Wire'. ¿'We Own This City'? Aun con todos sus fallos, es condenadamente sólida
La narrativa se desarrolla con gran sensibilidad y el elenco, en su mayoría, ofrece interpretaciones sobresalientes. Sin embargo, la duración de siete horas dedicadas a la autojustificación resulta excesiva, convirtiéndose en el foco principal de la trama.
Es más un retrato de una comunidad diversa al borde de algo horrible que una representación voyeurista de una atrocidad, lo que le da profundidad, pese a algunos aspectos actorales que no funcionan del todo.
Irregular pero entretenida. Tiene aspectos positivos y negativos, pero lo que considero más interesante es cómo su significado se adapta a tu percepción, en lugar de que sea tu percepción la que se ajuste.
Amanda Peet brilla en su papel, pero el resto del elenco parece un poco disperso. La trama presenta una historia familiar y sensacionalista, pero lo hace de una forma tan caótica que podría ser intencional.
Está bien que la serie no esconda la perspectiva de Borzillieri, pero es decepcionante que el documental no intente entender o explicar mejor a Borzillieri.
El gancho puede que sea un asesinato, pero aún es más interesante cuando se la examina como una historia sobre la narrativa y por las contribuciones de Polley, Harron y Gadon.
Lyle y Erik Menendez no son comparables a O.J. Simpson. Edie Falco y Josh Charles intentan ofrecer una actuación convincente, aunque los peinados que lucen son bastante distractores.
Cómodamente aburrida, que es otra forma de decir que probablemente sea precisamente el documental que Federer habría querido que se hiciera sobre sí mismo.
Incluso en sus episodios más incompletos, hay momentos de verdadera inspiración: una premisa audaz, una impactante divergencia de tono, una mordaz línea de diálogo descabellada.