'Planet Earth II' presenta momentos cinematográficos impactantes. La verdadera esencia de los episodios más destacados reside en cómo el drama de la naturaleza se expresa de forma contundente.
Gracias a las actuaciones de Johnny Flynn y Geoffrey Rush, como el joven y el viejo Einstein. Ambos les inyectaron una buena dosis de picardía a sus personajes, colocando un contrapeso necesario a la solemnidad de un guion que insistía en el valor de pensar diferente.
Gray atrapa sin recurrir a la violencia ni a una cámara con movimientos deslumbrantes. Su cine es sobrio, casi carente de acentos melodramáticos, pero no por eso plano ni soso.
Es una pena que una serie que busca ahondar en la naturaleza de la genialidad acabe enganchando por motivos más bien superficiales: sus sets, sus locaciones. Picasso, un hombre complicadísimo, pero también un artista de insondables complejidades, no estaría orgulloso.
El resultado resulta peculiar: una serie que destaca por su escritura, actuación y dirección impecables, pero que no logra captar totalmente la atención, ya que el personaje principal nunca parece enfrentarse a verdaderos conflictos. Incluso los más grandes superhéroes requieren un villano o un punto débil para hacer la trama más interesante.
La trama recurre a clichés lamentables, algo decepcionante para un cineasta de la talla de Haynes. Además, este director maneja a Blanchett con excesiva cautela, lo que resulta en una interpretación que se siente distante.
Es lo más gozoso que ha dirigido Tarantino. Aunque el humor y el gusto por la violencia siguen intactos, atrás quedó el cinismo y la verborrea de 'Pulp Fiction' y 'Reservoir Dogs', reemplazados por una mirada tierna, capaz de retratar un bromance memorable.
Es predecible y obvia, pero también me pareció simpática, dulce y salpicada de detalles que revelan un guion que sabe plantar información para luego detonarla dramáticamente.
Es una pasarela en busca de una trama: preciosista y estilizada, la película parecía más interesada en los trajes de Colin Firth que en su sufrimiento.
En 'Blackkklansman', el activista Lee secuestra al director Lee. El cine, sin embargo, debe llevar el mensaje detrás, independientemente del valor del discurso que se presenta. Esta película tiene las prioridades invertidas.
Le hubiera caído bien mantener ciertas virtudes de la original. Es una pena que Guadagnino use tanto relleno porque el horror –franco, sin ínfulas catedráticas– le sale notablemente bien.
Con cada película que suma a su filmografía, Paul Thomas Anderson se vuelve un cineasta más elusivo. Justamente por eso, 'The Master', 'There Will Be Blood' e 'Inherent Vice' implican retos de interpretación muy interesantes.
El resultado es una serie aterradora sobre el costo de la ineptitud burocrática. 'Chernobyl' es notable en la acción y en la pausa, capaz de ensamblar secuencias tensísimas.
Para seguir los pasos de John Carpenter no basta utilizar su universo. Lo que es difícil de igualar es su atmósfera y la sensación de peligro constante que provoca. David Gordon Green se queda corto.
Lo que le sobra a 'Covenant' es el propio alien. Hasta Scott parece poco interesado en él, mostrándolo al aire libre como si ya no creyera en el poder que tiene para asombrar. Tiene poco o nada que ver con esa obra maestra de 1979.
Se ofrece un recorrido de casi diez horas, sin precedentes en la televisión, que explora la dinámica humana, e incluso inhumana, en los barcos de épocas pasadas. Es interesante señalar que una serie que inicialmente atrapa por su contenido sobrenatural termina resultando convincente como un documento antropológico.
En su segunda temporada, la serie no parece ofrecer mucho más que el bienestar familiar de los monarcas. Sin embargo, el gran acierto radica en convertir esta limitación en la esencia de su narrativa.
Cuevas presenta una meditación sobre la soledad de la vejez, la inclemencia del tiempo y el negocio del espectáculo, el capricho de la juventud y la belleza.