Es lo más gozoso que ha dirigido Tarantino. Aunque el humor y el gusto por la violencia siguen intactos, atrás quedó el cinismo y la verborrea de 'Pulp Fiction' y 'Reservoir Dogs', reemplazados por una mirada tierna, capaz de retratar un bromance memorable.
Es predecible y obvia, pero también me pareció simpática, dulce y salpicada de detalles que revelan un guion que sabe plantar información para luego detonarla dramáticamente.
Es una pasarela en busca de una trama: preciosista y estilizada, la película parecía más interesada en los trajes de Colin Firth que en su sufrimiento.
Sólo alguien tan versátil como Frears podría haber dirigido los tres capítulos de 'A Very English Scandal', una miniserie que se desplaza sin tropiezos del drama al absurdo, del pastelazo a la tragedia.
En 'Blackkklansman', el activista Lee secuestra al director Lee. El cine, sin embargo, debe llevar el mensaje detrás, independientemente del valor del discurso que se presenta. Esta película tiene las prioridades invertidas.
Le hubiera caído bien mantener ciertas virtudes de la original. Es una pena que Guadagnino use tanto relleno porque el horror –franco, sin ínfulas catedráticas– le sale notablemente bien.
Con cada película que suma a su filmografía, Paul Thomas Anderson se vuelve un cineasta más elusivo. Justamente por eso, 'The Master', 'There Will Be Blood' e 'Inherent Vice' implican retos de interpretación muy interesantes.
El resultado es una serie aterradora sobre el costo de la ineptitud burocrática. 'Chernobyl' es notable en la acción y en la pausa, capaz de ensamblar secuencias tensísimas.
El mayor problema de 'Stranger Things' es que ha perdido su esencia, así como el misterio y la intriga que la caracterizaban. El horror ha sido suavizado para atraer a un público más amplio y joven, a pesar de algunos momentos sangrientos y un desenlace impresionante.
Es atractiva la urdimbre de 'Sharp Objects', así como la consistencia estética y narrativa de su director. Menos encomiable es la abrumadora oscuridad de la serie, que no se permite ni un chispazo de ligereza ni humor.
Para seguir los pasos de John Carpenter no basta utilizar su universo. Lo que es difícil de igualar es su atmósfera y la sensación de peligro constante que provoca. David Gordon Green se queda corto.
Es bonito regresar a una película y advertir que el cariño que le teníamos era justo: la sutil actuación de Cruise, la agilidad del guión y esa peculiar fotografía, que registra con igual ingenio el estrecho universo del autismo y los amplios paisajes del midwest.
Para gustar, 'The Last Jedi' busca deshacerse de las tradiciones del pasado. Tal vez lo logre, pero en el peor de los sentidos: se presenta como una película que menoscaba la esencia de la Fuerza y reemplaza la claridad del mensaje de Lucas por matices que se pretenden sofisticados.
Lo que le sobra a 'Covenant' es el propio alien. Hasta Scott parece poco interesado en él, mostrándolo al aire libre como si ya no creyera en el poder que tiene para asombrar. Tiene poco o nada que ver con esa obra maestra de 1979.
Se ofrece un recorrido de casi diez horas, sin precedentes en la televisión, que explora la dinámica humana, e incluso inhumana, en los barcos de épocas pasadas. Es interesante señalar que una serie que inicialmente atrapa por su contenido sobrenatural termina resultando convincente como un documento antropológico.
El ánimo celebratorio y parcial se apodera a tal grado de Eastwood que la suya es una película de una sola nota. Le hubiera salido mejor y más barato construir un hemiciclo en honor a Sullenberger. El mensaje habría sido el mismo: el capitán es un héroe, y debemos reconocerlo.
Lo más sorprendente es que 'High Flying Bird' provenga de Soderbergh. O tal vez me equivoque y eso no sea tan sorprendente. No existe género o película que el talentoso director estadounidense no sepa manejar.
A pesar de su habilidad para entretener, 'Hotel Mumbai' no se siente vacía. Más allá del caos de aquel día, lo que la película de Maras captura es la banalidad del mal.