Stanwyck y Lancaster ofrecen actuaciones contundentes que superan en gran medida la calidad del material con el que están trabajando, logrando así una experiencia más cautivadora de lo que se podría esperar.
Se desvanece palpablemente a medida que cojea hacia su nada apasionante tramo final, lo que es una pena, sin duda, dado el potencial que ofrecen tanto la premisa como el talentoso reparto.
Otra película que pasa sin pena ni gloria en la filmografía de Seagal, aunque puede considerarse notable si la contrastamos con sus recientes trabajos en la industria del cine.