Una de las mejores entregas de la saga. El director maneja con destreza la admiración y la nostalgia, rindiendo homenaje a la franquicia y al cine del maestro sin recurrir a lo evidente o caer en sentimentalismos.
El mejor blockbuster de la década. Matt Reeves transforma la tercera entrega de la franquicia en un espectáculo impresionante y completamente alejado de las fallas del cine de entretenimiento contemporáneo.
Es formalmente poderosa y alucinante, comedida en lo emocional y acertada en el humor. Su verdadera fuerza radica en el sentido del espectáculo y la maravilla que comparten Spielberg y Peter Jackson.
Pierde su encanto cuando su director y sus guionistas optan por el camino fácil para buscar la complicidad del espectador, alejándose del maravilloso mundo fantástico que presentaban para coquetear con la actualidad.
La descripción y el desarrollo de los personajes son extraordinarios; el vaivén entre lo trágico y lo cómico es puro equilibrio; y la violencia está gestionada con maestría.
Un hermoso bloc de notas sobre la sexualidad femenina que impresiona por su vitalidad y está escrito desde una perspectiva corporal, mostrando una claridad y naturalidad poco frecuentes.
Hay algo bonito en la mezcla de afecto, comprensión y compasión con la que Casas se acerca a sus personajes. En contraposición, el guion está un poco a medio hacer.
Vale la pena sacudirse el 'déjà vu' y recordar lo dificilísimo que es encontrar historias tan bien enfocadas y contadas. Es un filme tranquilo y elegante, pero la verdad es que bulle por dentro.
No es una película perfecta; la dirección es bastante tosca y la interacción entre lo real y lo fantástico no siempre resulta efectiva. Sin embargo, a pesar de estas falencias, logra conmover gracias a la sinceridad que transmite la desolación de esos jóvenes frente a un mundo injusto, presentado de manera directa.
Para aficionados del cine social que no lo aparenta. Lo más destacable es su enfoque equilibrado entre el thriller y la crónica realista. Sin embargo, su mayor defecto radica en la confusión entre la concisión y la simpleza.
Tiene un arranque simpático. Sin embargo, la situación se complica cuando la película intenta volverse seria. Sus responsables se enfocan en intensificar el drama e intentan, sin éxito, mitigar los clichés presentes en la historia.
García busca ir más allá del personaje y crear una narrativa más profunda, pero no logra hacerlo con éxito. Las conexiones entre los personajes no están bien desarrolladas y algunas resoluciones parecen forzadas.
David Oelhofen combina en el destacado western 'Lejos de los hombres' dos elementos que rara vez se encuentran juntos: la delicadeza y la contundencia.
Es una película hermosa. Técnicamente es impecable, con un tono peculiar que aporta a la experiencia. Puede que precisamente ese tono extraño sea uno de los atractivos, ya que la película logra encontrar el encanto y la emoción en lo inesperado.
Rodada y puesta en escena con suma elegancia, brillantísima en su escritura e inesperadamente divertida, una película espléndida sobre los mecanismos de la ficción.
El filme posee el encanto de lo exótico y un agradable tono de aventura clásica. Sin embargo, es complicado pasar por alto sus imperfecciones. Estas se centran principalmente en ciertos desajustes emocionales.