Alguna situación está un poco forzada, pero 'En 80 días' destaca en las secuencias compartidas por Asun y Maite, gracias a su frescura, espontaneidad y capacidad de emocionar con sutileza.
Archambault presenta a los personajes de manera bella y precisa. Sin embargo, su enfoque se vuelve inconsistente y disperso al dejar de lado el retrato distanciado para abordar los conflictos y sus soluciones.
Le cuesta asentarse. La caligrafía visual del arranque es demasiado esclava de sus referentes. Por suerte, eso dura poco y la obra toma decisiones brillantes en términos de texto, dirección y puesta en escena.
Hitchcock, a través de las reflexiones de Cousins y la voz de Alistair McGowan, narra este documental. Es una propuesta ingeniosa y audaz, aunque también puede parecer algo pretenciosa.
A la madurez del texto y la inteligencia formal de la propuesta se le añade un sentido del humor exquisito, así como la complicidad y franqueza en la gestualidad de Canet y Rohrwacher, quienes resultan espléndidos en su actuación.
El director fusiona de manera impresionante las emociones del clásico de Shakespeare con su propia interpretación visual, que resulta ser épica, estética y llena de energía. Este choque de estilos crea una experiencia cinematográfica realmente fascinante.
Sus puntos fuertes son una escritura magnífica de los personajes, la extraordinaria interpretación de los actores y la capacidad de Rachid Hami para plantear escenas emocionantes.
Cine y vida se entrelazan mediante la metaficción en esta obra que destaca por su belleza y profundidad. La película explora de manera conmovedora la búsqueda de respuestas y soluciones en el arte, convirtiéndola en una de las experiencias más impactantes del cine reciente.
Garrel crea una brillante película de atracos que destaca por su dinamismo, ritmo y estilo, además de contar con personajes bien desarrollados. La obra se eleva al abordar la comedia con un enfoque serio y reflexivo.
La película aborda de manera efectiva los absurdos de la modernización y la dificultad de manejar la libertad en un entorno poco familiar. Con un estilo fresco y un guion que acierta en sus bromas, logra captar la atención del espectador.
La película de Pritzker evoca la esencia del cine independiente estadounidense de tiempos pasados. Ofrece una experiencia cautivadora y emocionante, sin caer en lo sentimental.