Esa liviandad tan asumida que evita cualquier atisbo de drama o sustancia es a la vez su virtud y su defecto: un buen rato que no puede ser otra cosa más que olvidable.
El relato presenta romance y erotismo, además de una química palpable entre las dos protagonistas que las hace cercanas y muy humanas. No obstante, los conflictos resultan predecibles y parecen extraídos de un repertorio ya gastado.
Con atisbos de belleza, reflexiva a la fuerza gracias a sus planos largos y curiosamente desesperanzadora, el relato casi estático funciona como una cápsula espacio-temporal donde no podemos ser más que testigos pasivos del curso de la naturaleza.
Es apenas una actualización del remake con Brendan Fraser, con un ritmo irregular y momentos muy disímiles. Y si estos van a ser los nuevos monstruos, quizás no es tan buena idea abrir ese sarcófago.
Aunque se valora la brevedad de la historia y la solidez del argumento, es importante señalar que la lógica de la película se asemeja a la de una "casa embrujada", diseñada para asustar a los espectadores. Si esa es la intención, sin duda se garantiza una experiencia entretenida.
Un relato irregular pero rico en momentos, en un equivalente audiovisual de alguien que de puro apasionado termina yéndose por las ramas y disparando para todas partes.
Al cabo de un rato, la falta de humor y humanidad hacen que los sobresaltos agoten, y peor, que el destino de los personajes deje de importar. El sacrilegio más grande de la película, por lejos.
La película cumple al ofrecer humor físico y colores vibrantes que logran captar la atención de los niños más pequeños. Sin embargo, carece de contenido atractivo para los adolescentes y los adultos que los acompañan.
Una película que funciona como las mejores fantasías escapistas de Hollywood, donde gente hermosa con habilidades de superhéroe recorren locaciones exóticas y hacen chistes mientras salvan el mundo. Sin dejar de verse fabulosos en el proceso.
Un ejercicio admirable, con momentos de genialidad que llevarán al espectador/jugador no solo a sentirse como un sádico titiritero, sino que además a verse apuntado con el dedo.
Corrige varias meteduras de pata de la saga original, partiendo por presentar una historia de hilo coherente, un humor más noble y un sentido del espectáculo que no se cae al exceso apocalíptico.
Una suerte de "El chavo del 8" crecidito y enamoradizo, moviéndose entre viñetas de humor más o menos exitosas, y con un "mensaje" tan sutil como un martillazo en la cara.
Estamos ante una película "de bailarines" que de alguna manera evade todos los clichés y estructuras repetidas, para ofrecer una elegancia hipnótica que se mantiene durante todo el metraje, (...) Como un buen espectáculo de danza, un deleite.
La película es un relato cercano e incómodo, que no ofrece muchos matices sobre lo que está diciendo, y que tiene su mejor arma en las actuaciones y la simpleza para abordar aquello que es tan complejo. Honesta y muy humana hasta el final.