Es apenas una actualización del remake con Brendan Fraser, con un ritmo irregular y momentos muy disímiles. Y si estos van a ser los nuevos monstruos, quizás no es tan buena idea abrir ese sarcófago.
Aunque se valora la brevedad de la historia y la solidez del argumento, es importante señalar que la lógica de la película se asemeja a la de una "casa embrujada", diseñada para asustar a los espectadores. Si esa es la intención, sin duda se garantiza una experiencia entretenida.
Con personajes bien delineados, la tensión se mantiene durante gran parte del metraje. Y aunque la resolución final sorprenderá a pocos, el viaje es suficiente para dejar satisfecho a cualquiera.
Un relato irregular pero rico en momentos, en un equivalente audiovisual de alguien que de puro apasionado termina yéndose por las ramas y disparando para todas partes.
Al cabo de un rato, la falta de humor y humanidad hacen que los sobresaltos agoten, y peor, que el destino de los personajes deje de importar. El sacrilegio más grande de la película, por lejos.
La película cumple al ofrecer humor físico y colores vibrantes que logran captar la atención de los niños más pequeños. Sin embargo, carece de contenido atractivo para los adolescentes y los adultos que los acompañan.
Una película que funciona como las mejores fantasías escapistas de Hollywood, donde gente hermosa con habilidades de superhéroe recorren locaciones exóticas y hacen chistes mientras salvan el mundo. Sin dejar de verse fabulosos en el proceso.
DuVernay sabe encontrar la humanidad en sus personajes y plasmar no solo los rounds políticos de la época, sino también el abismo cultural que separaba a ambos bandos. Una mirada al pasado con un ojo en el presente, con una realización a la altura.
un relato preciso que sabe explotar la jungla de colores y personajes que es la noche bonaerense, y con un tratamiento del color y las locaciones muy del cine de los setentas. Un agobiante ejercicio donde el miedo es una tortura invisible y la paranoia, la única manera de enfrentar el mundo.
Pese a las promesas que no se cumplen con la rapidez que uno quisiera (si es que se cumplen), el atractivo del mundo narco "basado en hechos reales" sigue intacto.
Un ejercicio admirable, con momentos de genialidad que llevarán al espectador/jugador no solo a sentirse como un sádico titiritero, sino que además a verse apuntado con el dedo.
Corrige varias meteduras de pata de la saga original, partiendo por presentar una historia de hilo coherente, un humor más noble y un sentido del espectáculo que no se cae al exceso apocalíptico.
Una suerte de "El chavo del 8" crecidito y enamoradizo, moviéndose entre viñetas de humor más o menos exitosas, y con un "mensaje" tan sutil como un martillazo en la cara.
Una película quizás agotadora en su ambición por ordenar las viñetas del pasado de la protagonista. Un viaje cansador, sin duda, pero un retrato de personaje honesto y crudo. Hasta salvaje, por qué no.
Hay algo noble en su ritmo y honestidad. Y es que a veces no hay nada mejor que una película B que sabe cuáles son sus virtudes y defectos, y se lanza a entretener.