La película es un relato cercano e incómodo, que no ofrece muchos matices sobre lo que está diciendo, y que tiene su mejor arma en las actuaciones y la simpleza para abordar aquello que es tan complejo. Honesta y muy humana hasta el final.
La película ofrece una buena dosis de humor y tensión deportiva, entrelazando momentos de emoción bien medidos, aunque carece de sorpresas impactantes. A pesar de esto, logra cumplir con su objetivo.
El inconveniente surge cuando las estrategias para provocar miedo se vuelven tan evidentes como las explosiones de ruido repentino y la edición repleta de efectos visuales que generan cansancio, incluso en el espectador más tolerante.
Con espíritu de telefilme y un protagonista que carece casi completamente de conflictos, los realizadores solo dan lugar a una única lectura posible: admirar a un santo que no es más que bondad, filantropía y humildad.
Todo tiene la profundidad y el carácter episódico de una sitcom. En sus mejores momentos saca sonrisas, y en sus peores dispara la vergüenza ajena a niveles explorados solo por Adam Sandler.
El relato es tan extremo en su búsqueda de sufrimiento que el lugar común acaba por anular cualquier verosimilitud. Fuqua recurre a tantos golpes bajos que es imposible no rendirse ante la historia.
Muy lejos de joyas del género como 'El orfanato' y con escasos buenos momentos, pero con un par de escenas de atmósfera trabajada que la salvan del fracaso absoluto.
Aunque hay interpretaciones sobresalientes, los personajes adolescentes son demasiado superficiales y el eco de mejores películas con temáticas similares ('El Conjuro') provoca que este despliegue de sustos repentinos resulte en una experiencia que se desvanece rápidamente, a pesar de cumplir con lo mínimo esperado.
No posee la misma magia ni nostalgia que tanto se apreció en la película anterior, pero no podemos culpar a los Muppets por descansar en los laureles, ya que las risas son constantes.
Es una película elegante de narrativa fina y detallista, que es tanto la reconstrucción de un pasado abandonado como de un personaje que recién cerca de los cincuenta años empieza a entender quién es realmente.
Sin duda, es muy interesante para aquellos que disfrutan de la comida peruana, pero la perspectiva de esta producción se asemeja más a un video corporativo que a un relato profundo que intenta expandir la mente en lugar de solo despertar el apetito.
La película es muy divertida e hilarante, y les saca el jugo a personajes muy bien construidos sin caerse nunca a la caricatura o a la pachotada fácil. Un hit.
El documental es elegante y las imágenes, elocuentes y cuidadas, pero falla en el ritmo y el discurso, contentándose con mostrar viñetas que no terminan por cuajar.
Con mucho humor e ingenio, un agudo comentario social y actuaciones sobresalientes para regodearse, es una película que se siente épica en su simpleza, y que entretiene tanto como conmueve.