La película encierra una profunda sabiduría, encanto y un abundante cariño, con una emoción que su humor transforma en un verdadero triunfo. La grandeza de estos personajes de plástico supera incluso al talento de Jack Sparrow.
Inteligentemente fiel al cómic, de mesurada espectacularidad en el uso del 3D y los efectos especiales, "Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad" es la más lograda de la saga, junto a la primera que firmara Claude Zidi. Goce absoluto para los fans comiqueros.
Una espectacular y magnífica locura. No deben perderse este filme rebosante de intensidad, humor, ira, sexualidad, diálogos memorables, influencias del western y un personaje central fascinante.
Una desprejuiciada y juguetona utilización de las posibilidades más naifs del cine: sorprender, epatar y dejar boquiabierto a base de fantasía, humor y corre-que-te-pillo.
Por un lado, es muy estimulante y brillante; sin embargo, también cae en algunos de los puntos más esquemáticos y tópicos de ese melodrama que intentaba desmontar.
El director a menudo parece inclinarse hacia una comedia familiar conservadora. Sin embargo, destaco la vis cómica de un grupo de veteranas desinhibidas en una comedia que resulta ser mucho mejor de lo que aparenta.
Pequeñito film de género, seguramente intrascendente, pero que resulta a la postre interesante y relevante. Lo peor: su condición de fotocopia de una fotocopia.
La película es efectiva y resalta en el ámbito del cine de explotación juvenil. Sin embargo, se dispersa en tramas adicionales, algunas de las cuales no se resuelven y otras que resultan poco atractivas.
Heterogénea y fiel a la esencia peculiar de la producción australiana. Un momento destacado es el acecho nocturno del helicóptero, que resulta particularmente impactante.
La capacidad de observación del director sublima un relato que se diría redactado por Gustave Flaubert para una crónica del ¡Qué me dices! Lo mejor: Verónica Echegui. Lo peor: no acabar con el primer plano del tren.
Un decorativo y tradicional elemento de menaje cinematográfico y melodramático que conserva en su interior un fuego de crítica social, tenue, aunque presente.
La guerra es un verdadero infierno, y Michael Bay logra plasmarlo de manera tangible y visible, sumergiéndonos por completo en esa experiencia. Se trata de una obra de cine de terror más que de propaganda.
Una humilde ópera prima que logra transmitir inocencia y autenticidad mediante un esquema sumamente mínimo pero eficaz: el regreso de un joven a su pueblo valenciano de origen.