La capacidad de observación del director sublima un relato que se diría redactado por Gustave Flaubert para una crónica del ¡Qué me dices! Lo mejor: Verónica Echegui. Lo peor: no acabar con el primer plano del tren.
Amable loa al cariño incondicional, la paternidad y la familia. Aunque hay momentos que rozan el exceso de sentimentalismo, no me incomoda su enfoque ligero y el humor accesible que presenta.
Un decorativo y tradicional elemento de menaje cinematográfico y melodramático que conserva en su interior un fuego de crítica social, tenue, aunque presente.
La guerra es un verdadero infierno, y Michael Bay logra plasmarlo de manera tangible y visible, sumergiéndonos por completo en esa experiencia. Se trata de una obra de cine de terror más que de propaganda.
Fassbinderiano circo de tinieblas con gráfica y desagradable violencia. A través de una sórdida descripción, la historia parece detenida en el tiempo, revelando un territorio de pesadillas expresionistas.
Sigue ese sendero de madurez forzada y prematura, presentando un hermoso distanciamiento emocional, mientras se aprende a distinguir entre un estado de ánimo y un sentimiento.
Una humilde ópera prima que logra transmitir inocencia y autenticidad mediante un esquema sumamente mínimo pero eficaz: el regreso de un joven a su pueblo valenciano de origen.
'La última bandera' se presenta como una comedia agridulce y tabernaria, acompañando a un grupo de hombres que, a pesar de su madurez, aún perciben que no estamos en la oscuridad. La película invita a la reflexión y celebra la amistad.
Una comedia es 'Casi leyendas', que resulta muy divertida y, al igual que muchas en su género, presenta un toque de amargura que sirve de telón de fondo en el concierto de nuestra existencia.
Es en el momento en que la Mathilde, interpretada por Deneuve, se revela como el eco polanskiano de su personaje desequilibrado, solitario y frío de 'Repulsión' (1965) que la película cobra vida. Se transforma en un estudio sobre la locura cotidiana, donde la brillante intérprete se apodera de la función.
Seth Rogen, Evan Goldberg y el diverso elenco del neohumor del siglo XXI en Estados Unidos se presentan de manera desinhibida, interpretándose a sí mismos. Este sacrificio colectivo se convierte en un ejercicio masoquista y rabiosamente divertido, lleno de autoflagelación e ironía, que llega a ser antológico.
Es un relato amoral y decadente, un frío retrato de vidas sumidas en la oscuridad. Se asemeja a una historia vampírica endogámica marcada por el uso de elipsis y saltos temporales.
Además de una comedia simplemente desternillante, un brillante ejercicio antinostálgico en la línea del último (también viajero y fantástico) Woody Allen.
Una comedia romántica que resulta ser una copia de las últimas tendencias del subgénero, careciendo de originalidad y ofreciendo una experiencia bastante insípida.
El film podría haber sido más efectivo, más humano y realista, si no se dejara llevar por una iluminada manera de resolver esta nana terminal, pero esperanzadora. Si hubiese incidido más en la rabia (...) habría estado mejor.
Circunscribir este precioso bolero cuya melodía se hace carne, color y sentimiento con la etiqueta de cine de animación es quedarse corto. Cine, pero con mayúsculas.
Extraordinario film. '¡Nop!' es profundamente herzogiana en su forma de fusionar el cine con la odisea alucinada, convirtiendo ambas en una sola y única aventura.
Renner e Imbert logran un enfoque audaz al transformar el mágico universo de las fábulas de Jean de La Fontaine en una ingeniosa y hilarante tira cómica ilustrada en acuarelas.