Todo lo que 'El conjuro' presenta como una narrativa sólida, clásica y económica en sus recursos, enigmática y perturbadora, 'La noche del demonio 2' lo contrarresta con una propuesta blanda, barroca y sobrecargada.
En definitiva, una película que logra grandes climas con recursos empobrecidos nos permite preguntarnos: ¿Estamos ante una película lograda o ante una gran estrategia publicitaria que nos condiciona una recepción paranoica?
La película ofrece momentos de auténtica y noble emoción, como la conmovedora reconciliación entre los hermanos y la canción interpretada en trío por madre e hijos. Sin embargo, también incluye castigos físicos innecesarios y escenas efectistas que restan valor a la historia.
El resultado es deficiente y carente de imaginación visual, lo que resulta extraño: no se entiende cómo los actores aceptaron un guion tan poco atractivo y cómo el director pudo olvidar su creatividad.
El film presenta algunos logros y descubrimientos notables, pero también genera una sensación de frustración al pensar que podría haber sido mucho mejor.
Un film que, si bien no tiene grandes aspiraciones, se presenta con sinceridad y un nivel de calidad que actualmente solo se ve en producciones de Hollywood.
Es una película dual que, si bien no resulta molesta, se disfruta con facilidad. Sin embargo, en ciertos momentos intenta hacernos creer que es más esencial la perspectiva y la conclusión que la combinación de los elementos visuales.
Por primera vez en la trayectoria del director, todos los aspectos formales y expresivos aportan un mensaje significativo. En resumen, los elementos formales ya no son meras manifestaciones de histeria o provocaciones vacías.
En estos filmes menos destacados es donde se mantiene viva la esencia del viejo Hollywood, que se enfoca más en contar historias que en impartir lecciones a través de sus complejas narrativas.
La película presenta unos conclusivos veinte minutos de comedia brillante que complementan un estilo original y audaz, propio de un cine que ha desaparecido. Su enfoque descarado y su capacidad de auto-parodia crean una atmósfera de inusual simpatía.