En definitiva, se trata de un carnaval audiovisual que respeta las claves del cine de artes marciales, la profusa mitología alrededor del Emperador de Jade y las coordenadas del relato iniciático.
[Crítica 1ª temporada]: Dos de los mecanismos más interesantes que presenta el programa son la subversión de los clichés y la reapropiación de la cultura pop. Así, los guiños al cine y la diversidad musical se vuelven más cercanos y menos pretenciosos.
Estos siete episodios preservan la premisa argumental y el formato, manteniendo su tono de sátira inquietante. Si la anterior era como un Gosford Park aderezado con collares hawaianos, esta vez se presentan pasiones, traiciones y un evidente arribismo social, todo ello en un ambiente de copas de Prosecco y canciones de Raffaella Carrà.
Ofrece cuatro vínculos tortuosos y a destiempo. No muy distinto de los conflictos de una telenovela de media tarde con sus golpes sentimentales, aunque la forma, los ámbitos y las voces de esta miniserie sean otros.
Lo que se presenta como una comedia negra es en realidad una reflexión sobre la viudez y el perdón, con algunas cuotas de humor y un gran gancho en el guion.
El tono es ligero y juguetón, repleto de referencias culturales contemporáneas, que se complementan con humor sobre las diferencias culturales y las situaciones imprevistas.
La hechura y el resultado final del envío mantiene la vara muy alta. Es cierto, también, que el hiperrealismo estético (...) expone una veta arriesgada y provocadora aunque limite la imaginación en pantalla.
Esta cuarta secuela mantiene un alto estándar estético. La apuesta más destacada es la división de la pantalla en varias franjas, lo que permite mostrar distintas perspectivas de un mismo evento. Asimismo, se mantiene la calidad en los elencos, con actores de primer nivel.
La entrega, basada en la novela de Ignacio Martínez de Pisón, conecta drama histórico, radiografía social, romance y algo de espionaje. Uno de sus aciertos es el paralelismo entre este rol y un contexto igual de enmarañado.
De un nivel técnico envidiable. 'Maradona: sueño bendito', en definitiva, es muy consciente de lo que significó el 10 en primera plana y traslada eso a su puesta en escena.
La miniserie lleva el sello de Ryan Murphy, aunque su papel se limita a ser productor ejecutivo. Esta elección resulta adecuada, ya que permite que la recreación sea visualmente atractiva, entretenida y melodramática, pero se desarrolla en una dirección menos predecible.