Destaca por el trabajo colectivo y la veracidad, por su retrato de personajes profundos en cuatro trazos y por un ritmo trepidante. Da gusto ver una película tan bien rodada.
Aunque algo sea cierto, no siempre se presenta de manera convincente en la pantalla. El drama de Fahim, que presenta algunos aspectos confusos, adolece de un toque de fantasía que roza la ligereza excesiva.
Demasiados diálogos se sienten artificiales y ninguno de los personajes, a pesar de estar en lados opuestos de la ley, logra envolver al espectador en la profundidad de sus pasiones. Sin embargo, la película no es mala y en absoluto resulta aburrida.
Nostálgico capricho italiano de Pixar. La propia concepción de la cinta evoca una experiencia de vacaciones en Italia. La película deja una impresión duradera, que resulta más significativa que los pequeños detalles.
Agradable película francesa, una historia que se disfruta por sus matices y su aroma particular. Está bien interpretada, no aburre en ningún momento y resulta inteligente.
La puesta en escena es sencilla y los intérpretes ofrecen actuaciones convincentes y profundas. La cámara, con movimientos elegantes, se enfoca en los ojos y el corazón de los personajes.
Guión muy fino. La historia es en apariencia sencilla, pero está llena de giros inesperados y presenta a los personajes justos. Además, incluye dosis de intriga que mantienen el interés.
La dirección es excelente, destacando a actores que, sorprendentemente, no son profesionales. Se nota una cuidada colocación de la cámara que evita distracciones. Hay que disfrutar de lo mejor de Clint.
Es precisamente la cara terrorífica de la obra la que presenta grietas y protuberancias. Cada guionista parece tirar del carro en direcciones opuestas, pero juntos logran un acabado ejemplar.
El cineasta reafirma su independencia y otorga un gran peso a sus actores, quienes, sin embargo, parecen tres extraños sin química. A pesar de esto, se percibe que han sido dirigidos por un maestro en la creación de estados de ánimo.
El punto de partida es apasionante. La película se presenta como un poema visual. Sin embargo, como suele suceder con la poesía, es complicado que logre conmover a un amplio público.
Sólo cuando China Zorrilla aparece, la vida se suspende de verdad y ni la estructura ni el guión importan tanto como el talento que traspasa la pantalla.
Una historia de terror única. El director desconcierta con su mirada poderosa, que evoca a los clásicos sin parecerse a ninguno. Es fascinante, aunque para muchos espectadores será una experiencia frustrante.
Una película disfrutable para toda la familia. Tiene momentos divertidos y grandes intérpretes. Podría ser más oscura y menos fría, pero el viejo Dahl, desde su tumba, no pensará que le han clavado otra estaca en el corazón.
Que todo sea tan previsible, defecto mortal en un thriller, puede llegar a ser reconfortante en este caso. Nos da justo lo que promete y muchos necesitan.