Ese dilema plantea una falta de emoción palpable. El conflicto interno de los personajes debería haber recibido más enfoque. Sin embargo, aunque la narrativa no logre profundizar tanto, el drama resulta ser una experiencia que vale la pena.
Emilio Martínez-Lázaro demuestra una clara contención en su dirección, y se muestra generoso incluso con los antagonistas. Sin embargo, no logra enfocar adecuadamente la parte menos ideológica.
Un antibelicismo primario, inocente, sin sesgo político ni rencor, pero en absoluto exento de inteligencia. Que los actores son magníficos se aprecia de un vistazo.
Una historia de fe, semillas y montañas, adornada por un elenco pintón y una factura notable. El director logra tocar las emociones del público, dejándolos ante la disyuntiva de llorar como forma de terapia o sentirse manipulados.
Combina dos historias apasionantes: el modo en que Franco intentó y a menudo logró extender su afición censora hasta Hollywood; y la azarosa vida del guionista Alvah Bessie.
Hermosísima, sin la pretensión de repetir los pasos sagrados de Louis Malle en 'Au revoir les enfants', pero con la enorme ambición de convertir al espectador en una persona mejor. Una pequeña maravilla.
La historia es simpática y sencilla, aunque no ayuda la fórmula americana, pseudocapriana, ni el tono de falsete, sobre todo porque no estamos ante una comedia decidida o que genere unas ganas irresistibles de reír.
La película, teñida de humor negro de principio a fin, rebosa frases ingeniosas. La delicia se sustenta en unos personajes bien interpretados y mejor construidos.
Es demasiado larga y profundamente irregular, con momentos magistrales que no terminan de justificar el despliegue. Spike Lee intenta abarcar demasiado en su intento de hacer una obra definitiva.
Reiner ofrece una perspectiva iluminadora e imparte una lección histórica fascinante. A pesar de su metraje sorprendentemente breve, el espectador se queda con la impresión de haber presenciado una obra correcta pero que carece de pasión.
Gigantesco cine menor y lección de vida del viejo Clint Eastwood. No tiene nada y lo tiene todo. Vayan a ver la película como el niño que visita a su abuelo favorito.
Desde el punto de vista formal, la película no presenta grandes innovaciones y el relato resulta algo burdo. Sin embargo, es una obra bienintencionada y logra, al menos, captar de manera efectiva el rostro y la voz de Cobham-Herve.
El guión presenta una estructura deficiente y el desarrollo de los personajes resulta superficial. Floria Sigismondi no logra demostrar su experiencia como directora de videoclips.
Ojalá el guión hubiera exigido un poco más. En su arranque acierta de pleno en el tono, pero la cinta no logra mantener su empuje inicial y el conjunto se desvanece sin un género claro al que aferrarse.