El punto de partida es apasionante. La película se presenta como un poema visual. Sin embargo, como suele suceder con la poesía, es complicado que logre conmover a un amplio público.
Alguno podría sentirse asustado en los primeros minutos, pero a medida que los jóvenes cineastas se echan al monte y comienzan a escalar sin miedo, los personajes crecen y se vuelven más «queribles».
Solomonoff muestra un gran sentido estético y una cuidada escritura a través de la cámara, dirigiendo a los jóvenes actores de manera excepcional. Sin embargo, su prudencia, quizás excesiva, genera una sensación de distancia en la película, lo que le resta profundidad.
Sólo cuando China Zorrilla aparece, la vida se suspende de verdad y ni la estructura ni el guión importan tanto como el talento que traspasa la pantalla.
Una historia de terror única. El director desconcierta con su mirada poderosa, que evoca a los clásicos sin parecerse a ninguno. Es fascinante, aunque para muchos espectadores será una experiencia frustrante.
Es una historia sin diálogos, de estilo clásico y resultado más que convincente. Más valores, incluido el homenaje a los clásicos, para que los niños de todas las edades salgan del cine un poco mejores.
Una película disfrutable para toda la familia. Tiene momentos divertidos y grandes intérpretes. Podría ser más oscura y menos fría, pero el viejo Dahl, desde su tumba, no pensará que le han clavado otra estaca en el corazón.
Que todo sea tan previsible, defecto mortal en un thriller, puede llegar a ser reconfortante en este caso. Nos da justo lo que promete y muchos necesitan.
«Noé» no solo deslumbra como espectáculo, sino que ofrece una variedad de interpretaciones personales y hasta invenciones para enriquecer una trama que todos conocemos, pero quizás no tan bien como pensábamos.
Coixet logra algo tan difícil como enhebrar un estilo con historias muy diferentes. El amor entre las muchachas es puro, sin cursilerías, y el erotismo de la cinta es valiente y elegante.
El relato es tan profundo y el viaje tan largo que para seguir a Barrie-Depp hay que estar muy desprovisto del lastre que sedimentan los años sobre las alas de la imaginación. Merece la pena, sin embargo. Cuando la cinta alza el vuelo por fin mecida por el arte de narrar y planea majestuosamente sobre un viejo escenario londinense, el deseo de cree
Un puñado de excelentes intérpretes británicos, que declaman con exagerada perfección, enriquecen esta obra de cuidadísima factura. El esfuerzo es plausible pero sus logros son algo más discutibles.
Película visualmente impresionante. La textura es magnífica y la música complementa perfectamente la experiencia. Sin embargo, los problemas surgen cuando el espectador intenta entender lo que está sucediendo. La confusión es considerable.
Funciona a muchos niveles, en un ejercicio de humor y equilibrismo que incomodará a muchos. La película reparte críticas de manera efectiva y destaca por el gran desempeño de todo el reparto.