Está más cerca de una innecesaria pérdida de tiempo para los actores, una directora y un público que, con esos nombres, estaba en su derecho de reclamar algo mucho mejor.
Una comedia con un toque de ligereza que, sin embargo, se manifiesta como ingeniosa. Lo más cautivador de la película es ese enfrentamiento generacional: los jóvenes adultos navegan en el proceso de madurar sin renunciar a su esencia 'cool'.
El problema es que la película no se decide por nada. Amaga con ser una romántica pero no lo es, tampoco es un drama y los personajes son trazados de una manera tosca complicando la empatía.
Todo está tan bien empaquetado, las historias son tan concretas y los hermanos Coen tan notables, que, aunque no haya llegado al cine, volvieron a hacer una de las buenas películas del año.
A pesar de su intención festiva y erótica, la película se siente como una comedia amistosa. León sigue los lineamientos esperados: los personajes son simpáticos y las historias se desarrollan sin grandes sobresaltos.
Una fórmula que funciona bien. No es una película impecable, pero su guión es coherente, a pesar de algunos altibajos. La trama es interesante y el nivel de producción es de alta calidad.
Lo que resulta es un collage de imágenes y declaraciones en distintos tonos, que, como en El Ciudadano, no consiguen armar del todo el rompecabezas de una vida y, en este caso, una obra.