La película, aunque colmada de lugares comunes, tiene su mayor interés en la recreación de aquel París y en algunas coreografías que solo el dibujo hace posibles.
Es posible que los niños más pequeños no se fijen en algunos detalles, pero no se puede asumir que tolerarán la falta de energía en la narrativa y la escasa cantidad de humor.
Nada demasiado interesante ni novedoso para la platea, como tampoco lo son los dibujos, muy lejos del nivel al que la animación, aun en industrias no demasiado fogueadas en ese terreno, nos tiene acostumbrados.
Un muestrario promocional. Los fans podrán salir satisfechos del cine, pero lo que 'Worlds Away' confirma es que las fantasías del Cirque exigen ser disfrutadas en vivo.
Hasta en este tipo de productos puede hacerse gala de originalidad o al menos filtrar algunas pizcas de ingenio. En este caso, la primera está ausente y la dosis de ingenio es más bien exigua.
La audacia del film reside en el hecho de haber abordado un caso tan espinoso y crudo más que en la manera de exponerlo, sólo ilustrando el abundante material a que dio origen el caso y con escasa voluntad de profundizar en sus raíces.
El film emplea en exceso las pistas engañosas hacia el final y, en ocasiones, puede sentirse un tanto alargado. Sin embargo, logra mantener la atención en la mayor parte del tiempo, brindando suficientes elementos interesantes.
El despertar amoroso está visto por João Nicolau con mirada realista pero también con el arrebato del ojo adolescente en el que se funden el ensueño y la fantasía.
Sencilla y generosa en situaciones y diálogos en los que no falta el humor y medida a la hora de apuntar a las emociones, la comedia tiene apoyo sustancial en un elenco admirablemente seleccionado.
Fábula, fantasía, documental, imaginación, vida real; todo se entrelaza en este relato singular que se mezcla con la poesía de una autora que, con solo dos películas en su trayectoria, ya muestra un estilo y un lenguaje distintivos.
Abrams, con buen criterio, concede bastante tiempo al espectador para familiarizarse con los personajes y tender algún vínculo afectivo con ellos, tanto como para que cuando comience el gran espectáculo la platea comprometa alguna emoción.