El tema presenta una complejidad que García no logra abordar. Se perciben momentos emocionales y logros en la representación de un amor maduro, pero lo más destacable es, sin duda, el elenco excepcional.
El problema aquí, que lo hay, es la acumulación. Son muchos guionistas, incluidos algunos actores que también hicieron su contribución. Hay por supuesto algunos aciertos, de ahí que los italianos hayan celebrado tanto la película.
Piroyansky busca crear una película que conecte con los jóvenes. Lo logra gracias a su comprensión del medio, su habilidad para captar el lenguaje juvenil y su buen manejo del ritmo cómico, aunque no logra evitar algunos altibajos en las diversas situaciones que conforman la historia.
Hay ciertos momentos divertidos, algún intento de emotividad y está el atractivo de la presencia de las estrellas, aunque nada es muy novedoso y el convencionalismo abunda.
El compromiso de Brenda Blethyn con su personaje es total: gestos mínimos le alcanzan para transmitir el conflicto interno entre la irracionalidad de su prejuicio y su recelo ante lo desconocido.
Un film que no aspira a la agudeza de Jaoui-Bacri ni logra evitar ciertos desequilibrios, pero que, gracias a su ritmo constante y a las espléndidas actuaciones, resulta agradable de visualizar.
Si hay algo que se puede reconocer en el director de Casi famosos es su capacidad para manejar el desborde de la historia, aunque esto no implica que haya logrado evitar los clichés.
Clásico en su estilo, refinado en lo visual, admirablemente interpretado, el de Troell es un film sereno, que sugiere calladamente el conflicto entre el sacrificio y la realización personal.