La película presenta un enfoque refrescante de la clásica historia de amor. Por fin, vemos una obra contemporánea que aborda la pasión erótica de manera sincera.
Ecléctica y enérgica, esta obra se escapa de las etiquetas tradicionales. Combina elementos de un thriller criminal, una historia romántica, un cuento de hadas y una reflexión sincera sobre algunos aspectos decadentes de la cultura estadounidense.
El tratamiento es intenso, lúcido y admirablemente económico. Lo que realmente aleja a la obra de ser simplemente una demostración parlanchina de que un hombre es inocente, es la atmósfera tensa y sofocante.
Una de las obras más emotivas de Bergman, destacada por su profundidad y calidez. Cada personaje está meticulosamente desarrollado, reflejando un sincero aprecio por la naturaleza y la juventud. La actuación de Sjöström es profundamente conmovedora.
Es muy entretenida, aunque carece de la originalidad y profundidad que piensa tener. Es un film compacto, seguro de sí mismo y con un enfoque admirablemente audaz que cumple con su duración adecuada.
Todo es un poco demasiado simple y, a pesar de la seriedad de su temática, la dirección y el guion son firmes, logrando generar tensión en ciertos momentos.
Esta película se encuentra sobreestimada, ya que no logra transmitir la intensidad, la profundidad ni el desarrollo de personajes que caracterizan a obras de directores como Becker y Melville. No logra ir más allá de su superficialidad elegante y autocomplaciente.
Las actuaciones son realmente sólidas. Sin embargo, el enfoque pseudorrealista y caótico de Friedkin no se alinea con el montaje diseñado para generar suspense e impacto.
Frankenheimer ofrece una dirección tensa y fluida, superando claramente la película original de Friedkin y logrando que el suspense permanezca en su punto máximo.
Con efectos visuales impecables, la película se destaca por su hábil empleo de elementos de género como una capa poética y metafórica que refleja una realidad política e histórica.