Parece que Spielberg se enfocó tanto en el ritmo y la causa-efecto que pasó por alto que la esencia de las mejores comedias radica en la reacción humana.
Si alguna vez se consideró la cumbre del cine artístico e intelectualmente sofisticado, ahora se presenta como un reflejo de la frialdad emocional, distante y excesivamente analizado.
A menudo divertida y, en ocasiones, perturbadora. Los imaginativos decorados Art Decó son siempre impresionantes, aunque la dirección deja mucho que desear.
La primera gran película de Hollywood sobre el SIDA es, sin duda, tan impactante como se esperaba, ofreciendo un drama que conmueve profundamente y deja una huella emocional en el espectador.
A pesar de la magnífica y vibrante representación del Japón del siglo XVI, así como la sobresaliente actuación de Nakadai, la película resulta ser bastante superficial y monótona.
La dirección logra crear un ambiente tenso, sin embargo, el débil guion y la exagerada actuación del sacerdote interpretado por Steiger destruyen el escaso suspense que podría haberse mantenido.
Una adaptación fascinante de la obra de HG Wells. Rains, con su voz nítida y sutilezas en la interpretación, tuvo la fortuna de destacarse, lo que lo llevó a convertirse en una estrella.
El mensaje sobre la complacencia que se ve afectada por el caos y la incertidumbre es habitual, pero los inesperados giros del brillante guion logran captar el interés del espectador.
Al mismo tiempo anecdótica y reveladora, ilumina las catástrofes que asolaron el proyecto en particular y muestra, a través de la comparación, lo que se ha perdido en el cine americano desde los 70.
El thriller clásico de Ray sigue siendo tan impactante y actual como en su primera proyección. La combinación de desesperación y soledad se presenta de una manera cautivadora y romántica.
Es bastante placentero, sin embargo, al compararlo con las comedias de Hawks que abordan las luchas entre sexos, a menudo se siente un tanto simple y sin profundidad.