Reúne la dosis justa de drama, acción, algo de humor y satisface las expectativas del enorme público convencido de antemano. La película no confronta al espectador promedio, de hecho, le da gusto en todo momento.
Una entrega que no queda a deberles nada a los fans, casi seguidores religiosos se este fenómeno y el público que solo busca dos horas de entretenimiento. Pero en ambos casos, si se es mayor de 25, la remembranza está presente y es eje central del fenómeno.
Hay un asunto que vale la pena destacar: no ser un filme animado, a pesar de la recreación de varios personajes, directos de la versión Disney, dota de matices melodramáticos a la historia.
El filme busca imitar la fórmula del cine hollywoodense en su ritmo y estilo, pero lo hace de manera poco original. No logra destacar en ningún aspecto y carece de un enfoque propio. Ni siquiera resulta interesante como curiosidad.
No es que sea una mala película, el punto radica en que el musical es mala idea para trasladarlo al lenguaje cinematográfico. En general, con algunos buenos números, es un desastre discreto.
Buenos gags, nulo miedo a la incorrección, la trama va dirigida a un público que no se asusta de la hipocresía de la cancelación, en medio de una crisis del humor por la corrección política, es más que refrescante.
Funde en torno a una cámara, protagonista del relato y en planos abiertos, una historia bélica, con matices de western. De irreprochable técnica y manejo de la trama.
Es un filme de trascendencia, porque cualquier obra aún con los bemoles de un maestro como Ridley Scott, siempre estará muy por encima de cualquier manufacturero de los que hay ahora.
Bradley Cooper brilla con un papel destacado y su actuación es impresionante. Sin embargo, parece que deja de lado el conjunto de la obra. Esto no es lo que se espera de un artista genuino.
Es un filme de rebeldía. Deconstruye personajes históricos, para hacer una valiente metáfora sobre la libertad y la rebeldía. De lo mejor que se ha visto en fechas recientes.
La película es una fuerte reflexión de lo que sucede en un país cuando se atenta contra la libertad de expresión. Sobre todo si el golpe llega desde las alturas del poder.
Resulta la coronación de que todo lo que huela a remembranza requiere un revisionismo, recubierto con una tersa curiosidad mórbida que no es del todo satisfecha, pero que nos hace pasar digamos, un buen rato.