Hay moralina en cantidades realistas, puntos débiles para los villanos. La mirada política tampoco es ingenua. El filme crece al final, tras una trama desordenada, un argumento mínimo y con algunos villanos que prevalecen.
Una proclama para celebrar la vida. No se enfoca en la muerte, aunque la muerte esté siempre en escena. Ni ellos sienten compasión, ni la historia se las entrega.
Sean Baker desmantela la estigmatización a través del humor, la investigación y una gran dosis de creatividad, todo ello sin necesidad de un gran presupuesto.
Hay una historia de transformación, el drama de descubrirse y asumirse de otro sexo. El avance de ese descubrimiento es uno de los grandes logros del filme. Pero sobre todo hay una historia de amor y respeto desprejuiciada.
Un universo propio, Woody Allen se las ingenia para estar en varios personajes a la vez y contarnos otra vieja historia nueva, anclada en los años '30.
Hay algo que se impone de inmediato en 'La luz incidente'. El compromiso del autor con la historia que narra es equivalente a la calidad de la realización y las actuaciones, las cuales están cuidadas con una notable dedicación.
Digamos que es una experiencia que excede el terreno cinematográfico, difícil de seguir por momentos, apuntada a un tipo de lector, de espectador, fascinado con los mundos paralelos que van tejiendo las palabras y las imágenes.
Realidad y ficción se entrelazan en este relato, que se presenta como un puro recuerdo. Diferentes voces comparten su versión de la historia, sirviendo para eliminar una mancha silenciada. Se evidencian la indiferencia, el oportunismo, la excepción y la muerte en este proceso.
Una biopic de costura impecable. Contagiosa en su ritmo y empática en su lucha, 'Gilda...' celebra una estética popular sin adornos. Es un cine sencillo, con una estructura clásica, que reivindica esa posibilidad.
Bella película del director croata Dalibor Matanic, dividida en tres historias que hablan de la guerra y sus esquirlas emocionales. Dos actores que cuentan cuentos distintos. O el mismo.
Hay belleza, emoción, impotencia y una tortuosa inercia hacia la derrota y la soledad en esta historia, pero también hay excesos que surgen de la dificultad de llevar la poesía escrita y leída a la pantalla con naturalidad.
Fórmulas demasiado visibles para esta historia épica que apenas funciona por el cuento en el que se inspira, la acción y protagonistas que piden a gritos personalidad.
Una o varias fórmulas trilladas, repetidas hasta el hartazgo, logran, en la piel de dos personajes bien construidos, una historia llevadera, divertida y fresca.