Hugh Hudson busca infundir un sentido de naturalismo en este clásico. La idea es interesante, pero a pesar de su riqueza en detalles históricos y un diseño deslumbrante, la narración no logra sostenerse en el realismo.
Sam Shepard ilumina al viejo oeste, especialmente en las zonas de Sudamérica, con su chirriante carisma. Su interpretación como un viejo gruñón se iguala a la de personajes icónicos como Rooster Cogburn o Will Munny.