La película destaca por sus firmes convicciones, planteando que la violencia en defensa de un pueblo oprimido puede ser vista no solo como justificable, sino como un acto moral.
La película no logra diferenciarse en términos de narrativa o temática de otras obras igualmente sombrías. Su historia resulta superficial y aborda los clichés típicos del género.
Los personajes se presentan de forma directa, con una exposición inusual y poco relevante, lo que provoca incomodidad en sus diálogos. Sin embargo, el acto final es una de las secuencias más impactantes que ha creado en bastante tiempo.
Es una combinación de empoderamiento predecible y un suspense superficial. Las escenas de acción carecen de organización y no logran transmitir las emociones que intentan replicar.
Se centra conmovedoramente en lo que exige el sacrificio. La empatía que demuestra la convierte en uno de los raros dramas apocalípticos que refuerzan la fe en la humanidad.