Este curioso contraste entre un escenario casi moderno y el material original, mucho más antiguo, puede parecer confuso, pero en realidad enriquece la obra y la hace más accesible para el público contemporáneo.
'The Sting' es una de las películas más queridas de los últimos cincuenta años, habiendo ganado el premio a mejor película. Es un claro ejemplo de gran entretenimiento.
Evita casi por completo encumbrar a un héroe, recreando la triste circunstancia en la que se encontraba Estados Unidos hace medio siglo y mostrando la importancia de Ginsburg en nuestros tiempos.
Su ritmo pausado permite que la historia de las dos niñas se desarrolle de manera natural y, lo más relevante, que podamos observar el mundo a través de sus ojos.
Para los miembros de la asociación Calvary Chapel, es probable que sea un éxito cinematográfico. Para todos los demás, en el mejor de los casos es una pérdida de tiempo nocturna.
Aunque es posible verla como una comedia romántica tradicional con un trasfondo único, es más que eso. Es una sátira hábil e inteligente de la cultura americana.
Con algunos números musicales estupendos, un villano original, un guion inteligente e ingenioso y un romance adorable ofrece innumerables delicias durante sus 94 minutos de metraje.
Aunque se puede argumentar que el talento de Neeson, que alguna vez fue digno de admiración, se pierde en este tipo de proyectos, la película al menos brinda 90 minutos de entretenimiento en lugar de caer en el aburrimiento.
Efectiva en su puesta en escena, al introducir algunos de sus personajes y captando la atención de aquellos que adoren los dramas ásperos e inflexibles sobre corrupción policial y el lado oscuro de la naturaleza humana.