Cuando 'È stata la mano di Dio' llega a su fin, deja una sensación de fragilidad. No obstante, es un hermoso y, en ocasiones, emotivo reflejo de lo que significaba ser joven en los años 80.
Bronson nunca se desarrolla como algo más que una caricatura unidimensional. Ese es el problema: aunque es vibrante y enérgico, termina llevando al espectador a una desconexión con su personaje principal.
Ofrece los mensajes que se espera de ella sobre esperanza y la posibilidad de cambiar el destino, pero lo hace de manera emocional e intelectualmente satisfactoria.
Cuenta con suficientes elementos entretenidos, situaciones estimulantes y momentos de emotividad genuina para no convertirse en una mera versión de algo.
Cada vez que suena un tema compuesto por Carpenter, da la impresión de ser realmente 'Halloween'. El resto del tiempo podría ser cualquier slasher convencional.
Funciona como un epílogo desgastado y tedioso de una serie que comenzó con gran potencia hace tres años, pero desde entonces ha perdido impacto, coherencia e inteligencia con cada nueva entrega anual.