Mindhunter es más académica que sensacionalista. Aún así, el vínculo que establece la serie entre los tiempos irracionales y los actos indescriptibles resuena con las historias contemporáneas de tiroteos masivos.
Está bien que una historia amplia se tome su tiempo para disponerlo todo, pero necesita engancharte a los personajes mientras tanto. Sólo la historia de Franklin lo consigue realmente.
Es una idea brillante. Pero no es mucho más que una idea. Está tan comprometida con la verosimilitud de un drama propagandístico torpe que con frecuencia se convierte en uno.
La nueva temporada se toma su tiempo para reajustarse, y el ritmo en los primeros episodios es lento. Aún así, la dinámica entre los personajes es sólida, y los detalles de los 80 siguen dando en el clavo.
Juzgando por los primeros episodios, está bien: exuberante, atmosférica, algo rígida. Pero nada por lo que debas hacer un hueco en tu calendario. Sería el doble de buena si fuera la mitad de escabrosa.
Como boceto de historia político-cultural, es un desastre caricaturesco. Pero captura de manera febril la sensación de vivir dentro de una broma que está fuera de control.
Con un guión más sólido y personajes más complejos, podría utilizar su superpoder matemático para crear una historia verdaderamente interesante y conmovedora.
Se mueve con toda la rapidez que puede y suele ser asombrosa. Pero si dejas de lado sus movimientos habilidosos te queda otra historia masculina en la época del #MeToo.
Tal vez lo más alentador de esta intrigante pero imperfecta versión de las aventuras del joven Norman Bates es que, mientras otras series enganchan a los espectadores a través de giros rápidos, ésta se toma su tiempo para responder
No es un buen drama; es torpe, melodramático y se toma a sí mismo demasiado en serio. No obstante, expresa una idea implacable en vísperas de las próximas elecciones.