Benm’Barek captura de manera abrumadora la esencia de su protagonista, haciendo un uso mínimo de diálogos y centrándose en los sutiles gestos que transmiten un profundo dolor. Es un relato desgarrador que resulta esencial para comprender la historia.
Cae por momentos en estigmatizaciones y efectismos, sin embargo, gracias al carisma de personajes como los de Zahera, deviene en una recriminación necesaria ante la falta de inclusión.
Echegui otorga una gran vitalidad y personalidad a un personaje que, de otra manera, podría haber resultado aburrido y predecible. La obra logra momentos de simpatía y diversión, aunque se siente algo desvirtuada. Además, se aborda cada estereotipo sin dejar ninguno de lado.
La sencillez de su trama y la presencia de personajes estereotipados, junto con su carencia de pretensiones, hacen de esta comedia un auténtico placer culpable.