Floja de guion y con un Singer errático que perdió sus poderes mutantes, 'Bohemian Rapsody' muerde el polvo bajo presión de esa cosa pequeña llamada corrección.
Un filme en estado de gracia que reúne un par de secuencias maravillosas y que más allá del guiño neorrealista del título es también un homenaje a la palabra al revés, al tan negado como evidente amor.
Comedia multifamiliar y celebratoriamente nostálgica, prueba la existencia de una Delpy realizadora (y un humor Delpy) tanto o más loable que la Delpy actriz (o la musical).
Es un valiente pariente de 'Gilda', una muy digna semblanza de Rodrigo y una confirmación de la capacidad autoral de Muñoz. Resulta inusual en tiempos de diseño y volatilidad una película así de blanca, plástica y elegante.
Aunque no alcanza los estándares de un filme excepcional, presenta a un Soderbergh mesurado y con buen gusto, quien se permite la libertad de hacer lo que desea, sin ajustarse a las convenciones de Hollywood.
Es un filme sobrio e impecable en el que Clint Eastwood se refleja éticamente en la figura del piloto Chesley “Sully” Sullenberger, quien logró la proeza de salvar a todos los tripulantes de su vuelo en un aterrizaje de emergencia.
Consciente de la hipnótica presencia del celuloide que manipula, Volf se mantiene fiel al enigma performático que desafía el lenguaje y la representación. A través de Callas, logra acercar el cine a la música de una manera simbiótica y conmovedora.
Entre tanto análisis superfluo de la codicia, la película revela su esencia en la conexión emocional entre Sam [Spacey] y su perra enferma. Esto muestra que una vida tangible puede tener más valor que los números y porcentajes abstractos.
De ahí que la lógica del pastiche que envuelve a 'Cacería de brujas' no pase de la contorsión de la ceja de Cage, quien así y todo supera el reto y se erige como el único héroe de este abortado experimento, sumando un nuevo hito a su filmografía cada vez más única, riesgosa y solitaria.
A diferencia de los géneros difusos que caracterizaban el primer filme de Disney, en esta ocasión es el policial el que guía la narrativa, que se transforma en un mero títere. 'Los Muppets 2' se convierte en un mecanismo predecible, una obra que se adhiere a sus propias reglas sin ofrecer sorpresas.
El drama de Lonergan se presenta con una exterioridad contenida y una interioridad turbia, funcionando como un ejercicio de naturalismo clásico que no escatima en ofrecer un par de sorprendentes giros.
Linklater, no dispuesto a perjudicar su obra maestra, lo logró una vez más, presentando un "todo" que, lejos de clichés generacionales, lleva a su pareja ya en sus cuarenta por las antiguas ruinas griegas, haciendo que crean en el amor y, al mismo tiempo, lo cuestionen nuevamente.
El mérito de 'Buenos vecinos' radica en retratar esa ruptura total en la vida contemporánea. Además, aborda con humor la idea de que cada etapa de la vida tiene sus particularidades y que, ya sea con un físico esculpido o con unos kilos de más, siempre hay algo valioso que se puede aprender.
Pone en escena a un dios demasiado real, cuya hija se rebela en búsqueda de nuevos apóstoles. El filme es de un realismo mágico tan literal que funciona como una refutación de lo imposible.