Huele al cine comercial de los noventa, con un toque social contemporáneo. 'Twisters' ofrece justo lo que se espera de una producción de este calibre: entretenimiento, oficio, espectáculo y un par de intérpretes con química.
Tan convincente en sus planteamientos como aterradora en sus conclusiones. De forma sutil, cadenciosa, apabullante y desgarradora va introduciendo sórdidos detalles políticos.
Emocionante denuncia sobre Guantánamo. [Rahim] parece nacido para interpretar al personaje. Al ser la película que quiere ser, apenas hay grandes pegas.
Repite lo bueno de la original: velocidad de vértigo en los chistes y la acción; notable gracia en los personajes secundarios y una tronchante vuelta de tuerca a los modos de educación de nuestros hijos.
Con aspecto de videojuego de saldo en sus tomas paisajísticas, una historia farragosa y unos protagonistas imposibles, apenas tiene algo que destacar. Salvo por sus cabezas de cartel, que aquí son muy secundarios.
Notable película animada. Sin embargo, tiene un pequeño desliz en el episodio de los virus informáticos, que comienza como una gran idea pero se desvirtúa en los siguientes 20 minutos, los cuales resultan espantosos dentro del cine de aventuras y acción.
A la tercera han dado en el clavo. 'Thor: Ragnarok' es una comedia de superhéroes desinhibida y efervescente, divertida e irónica consigo misma, convirtiéndose en la película más luminosa y colorista de la saga.
Esta segunda entrega supera a la primera, especialmente en lo que respecta a la animación, con algunos guiños al metalenguaje cinematográfico que son ingeniosos. Sin embargo, la trama en sí es algo que ya hemos presenciado en múltiples ocasiones.
Una película más atrevida de lo habitual, con el sello humorístico y refrigerador de grandilocuencia de Marvel, en la que destacan el inacabable carisma de su reparto en un frenesí de acción que apenas decae.
La historia está acompañada de un bonito subtexto para los más pequeños sobre el origen de la felicidad, y algunos de los personajes son verdaderamente atractivos.
Espíritu ñoño y conciliador, nulo control de las secuencias de acción, técnica en la puesta en escena (o su simulacro) cerca de lo pedestre, y dibujo digital en animales y humanos de enervante ausencia de estilo y de carisma.
El filme evita lo trascendental para inyectar con eficacia el virus de la emoción. Scott se adentra nuevamente en los mecanismos del futuro, sosteniendo con firmeza la bandera del entretenimiento.
Excelentes diálogos, llenos de réplicas ingeniosas. Es un estupendo entretenimiento para los niños que no temen enfrentar sus primeros miedos y para sus traviesos hermanos adolescentes.