Una película que no se centra en los crímenes de Ted Bundy, sino en la perspectiva de su pareja y de aquellos que no se dieron cuenta de que convivían con un asesino.
El filme presenta una narrativa plana y un enfoque marcadamente religioso, esforzándose en transmitir un mensaje edificante e inquebrantable. Esto resulta problemático en una época donde la falta de cuestionamientos se ha convertido en un mal que aqueja a la sociedad.
Deja varios cabos sueltos que acaban por hacer que la historia no esté completamente redondeada, a pesar de su acierto de mostrar lo aterradoras que pueden ser las consecuencias de nuestras decisiones.
Moreno decidió optar por una vía segura, al menos desde su perspectiva. Las narrativas sobre santos y mártires suelen incluir aspectos cautivadores, pero en esta ocasión, esos elementos se presentan con una obviedad que se limita a los diálogos.
El filme se presenta más como un reportaje sobre un evento conmemorativo que como un documental enfocado en una de las figuras más emblemáticas del arte mundial.
Una cinta artificial. Tal vez los fans de Bocelli la disfruten, aunque no se trata de su biografía, es complicado que alguien más se sienta cautivado por ella.
Mattotti hace referencia a la tradición del relato oral y a los cuentos de los juglares, integrando su compleja propuesta de narradores intradiegéticos de manera que no interfiere con el desarrollo de la película.
Una comicidad sencilla y sin artilugios, pero tampoco básica. El tema de las tradiciones se aborda como eje central de una trama que incluye intriga, acción, suspenso y una animación que destaca en el clímax de la historia.