Una cinta artificial. Tal vez los fans de Bocelli la disfruten, aunque no se trata de su biografía, es complicado que alguien más se sienta cautivado por ella.
Mattotti hace referencia a la tradición del relato oral y a los cuentos de los juglares, integrando su compleja propuesta de narradores intradiegéticos de manera que no interfiere con el desarrollo de la película.
Una comicidad sencilla y sin artilugios, pero tampoco básica. El tema de las tradiciones se aborda como eje central de una trama que incluye intriga, acción, suspenso y una animación que destaca en el clímax de la historia.
Un filme coral en el que todos los personajes influyen en la trama de una forma u otra, todos tienen una intención y una profundidad pocas veces lograda.
A pesar de los múltiples entrelazamientos, De la Peña logra mantener la atención del espectador, haciendo malabares para asegurar la coherencia entre las historias. Sin embargo, la película carece de consistencia y va debilitándose a medida que avanza.
Una película de terror insatisfactoria que muestra que el director Nicholas McCarthy necesita ir más allá de las convenciones para lograr una efectiva combinación de géneros.
Una película de terror que no logra profundizar en las oportunidades que ofrece, resultando en una propuesta que se queda en lo mediocre y solo logra captar un interés pasajero.
A pesar del buen desempeño de los actores y las dosis de comedia, el score de Nathan Wang afecta negativamente la narrativa. Sus melodías sensibleras provocan que la película pierda ritmo constantemente.
Toma el tema de la maternidad como punta de lanza para hacer un filme ejecutado con economía de personajes y locaciones pero riqueza atmosférica al más puro estilo del terror psicológico.