Estamos en época de encrucijadas, de la entrada de China como jugador cada vez más presente en el cine global, con películas a medio camino entre lo monstruoso y lo efectivo. Cine un tanto frankensteiniano, quizás algo así como post-cine.
Todo aporta brillo a esta aventura con humor que sabe que un cuento eficaz depende menos del frenesí que de la gracia y del ritmo. Ah, y todo esto sin necesidad de diálogos, con notoria capacidad para la progresión narrativa y para aprovechar cada gesto moldeado por las manos de animadores asombrosos.
El principal problema de esta película es que presenta únicamente una representación superficial de un concepto comercial, como si se tratara de una simple frase para vender un guión.
Hay largas, excesivas conversaciones sobre diversos temas y secuencias de pelea que presentan resoluciones visuales impresionantes, jugando con el fondo y la figura, así como con la quietud y el movimiento. A pesar de una narrativa mínima, los dioses glotones aportan un comic relief notable.
Éste es el tipo de film animado de relato, antes que sencillo, de fórmula irreflexiva, escasamente imaginativa, casi desganada, con una asombrosa lentitud narrativa.
No hay acción en exceso. La narración retoma situaciones con gran sentido del resumen y la concisión, y durante un ochenta por ciento del relato estamos ante una de las más grandes películas de ciencia ficción del nuevo siglo.
Toda la película es de una perfección visual apabullante y replantea las posibilidades del futuro de las imágenes de la industria, tal como lo hizo 'Avatar'.
Robert Stromberg debuta como director con una notable impericia: en 'Maléfica' no hay progresión narrativa, no hay fluidez, no hay suspenso, no hay movimiento.
Hace tiempo que el juego de Godard, en su papel de oráculo, se desvía hacia otro camino, y su cine oscila entre la irritación y la fascinación. 'Adiós al lenguaje' nos libera desde el inicio: no se trata de entenderlo, sino de acompañar y saludar estas reflexiones de un maestro del cine.
La animación de este film se mueve en una delgada línea entre el profesionalismo y la contención de lo estándar, incluso en niveles elevados. Como resultado, los chistes no brillan tanto como podrían haberlo hecho.
Scott hace una superproducción oscilante y un poco atolondrada, con menos cohesión que su propio 'Gladiador', aunque con mayores atractivos que el 'Noé' de Aronofsky de este año.
La película presenta un exceso de explicaciones, característico de un producto dirigido a los más pequeños. Como resultado, el relato no solo se siente infantil, sino que se torna pueril, esquemático y extremadamente predecible.
Un planteo poco original, pero que destaca por su velocidad y una interacción más rítmica y enérgica. La animación prioriza un estilo caricaturesco y utiliza los espacios como escenarios para la comedia física, en lugar de presentarlos como paisajes con alguna identidad.
'Una chica fácil' es vulgar al intentar mostrar lujos y sofisticación y aún más vulgar al exponer vulgaridades. Aunque busca ofrecer diálogos "profundos e interpretables", en realidad son solo vacíos y superficiales.
Es una pócima hiperconcentrada de las fórmulas del éxito en la actualidad, uno de esos artefactos de diseño que, en su pretensión, simulan ofrecer mucho mientras realmente narran muy poco.
La película supera las expectativas de un relato convencional. Erlingsson demuestra que más es realmente más, explorando sendas que ocasionalmente resultan ser desvíos. Sin embargo, en su mayoría, logra cautivar con decisiones efectivas que son tanto contundentes como vitales.