Cine de la intensidad, con personajes contundentes. En estas obras, y en la constante determinación de Virzì por mantener el ritmo, así como evitar el caos narrativo, se encuentran algunas de las fortalezas de esta película.
Cuando 'Juventud' intenta transmitir sus diversas ideas, estas a menudo se expresan de manera tan clara que caen en la obviedad, acompañadas de un énfasis excesivo. Esto hace que la habitual ambición de Sorrentino se sienta más como una pretensión decorativa de aforismos.
Un relato que se siente cansado y previsible, extendiéndose por casi dos horas, especialmente en su última media hora que atosiga tanto al espectador como a la propia narrativa, utilizando recursos poco sutiles y una acumulación excesiva de elementos manipulativos.
Se trata de una de esas películas que intentan ocultar su carga teatral con artificios propios del cine: deslumbrantes imágenes de paisajes irrelevantes, movimientos de cámara que recuerdan a las peleas de Matrix para transitar de una conversación entre personajes a otra, y flashbacks innecesarios.
No puede convencer, ya que carece de un mensaje claro. Se siente como un producto diseñado para un público masivo, caracterizado por emociones superficiales y poco originales.
Apuesta a la parsimonia en los diálogos, a esa demora sensible en la pausa. Sin embargo, todas esas características no logran disimular del todo que la relación entre los hermanos se resuelve con una conclusión rimbombante que intenta escapar de una narrativa difícil de resolver.
Lo destacable de la primera secuencia de 'Naturaleza muerta' es que, además de citar y homenajear, demuestra un manejo seguro de la cámara y, sobre todo, de la amenaza del fuera de campo. Lo que sigue lamentablemente no está a la altura de este comienzo.
Las imágenes, en términos de encuadres e iluminación, se cobijan a la sombra del cine de John Ford pero le agregan un manierismo que no solo logra no ser un mero adorno sino además resignificar la relación de los personajes.
Como suele suceder en estas películas sobre genios matemáticos, no se suele explicar demasiado su genialidad y lo que queda es la preponderancia de la música y las efusiones de brazos en alto o caídos para que nos demos cuenta de si estamos en momentos de triunfo o de derrota.
'Se levanta el viento' es, a la vez, sutil e imponente. Plantea encrucijadas de emociones y conflictos a pleno sin necesidad de diálogos didácticos, y su relato refleja ese espíritu superior de los grandes artistas.
Un melodrama insípido y carente de vida, presentado de manera excesivamente elaborada, con una sorprendente falta de habilidad para representar el deseo.
En algunos momentos, este relato plano es ganado por la historia de base, cuya fuerza se impone a las formas convencionales -e incluso menos que eso- del director John Lee Hancock.
Una película singular, osada. 'Eva no duerme' es una película mutante, pero no una de estética dubitativa, y la solidez del trabajo sonoro y de la luz lo reafirman.
Esta biografía inglesa, dirigida por también británico Rupert Goold, es de esas que, al vampirizar la historia memorable del arte, logran acercarse a ciertas grandezas que las nutren aunque sea parcialmente.
Una película a la que se le notan el tremendo potencial y, a la vez, los límites. Esos límites son los de la previsibilidad, el esquematismo en cada situación en la que, a la narración convencionall, se le agrega la lección exprés de historia desde la mirada esclarecida del futuro.