Liman y el guionista Gary Spinelli proponen una película de extraña luminosidad, que está llena de humor. Reubican a Cruise en su rol de estrella y la complementan con una banda sonora exquisita que no resulta exagerada.
Las acciones se acumulan linealmente y no logran cohesionarse del todo y potenciarse, aunque varias por separado tienen una fuerza tan brutal como impactante.
'Atómica' se presenta como una película visualmente atractiva y ocasionalmente cautivadora, aunque sufre de una notable falta de méritos narrativos. La historia no avanza con fluidez, se interrumpe constantemente y se torna áspera.
Un relato que tiene dificultades para construirse, ya que se siente similar a otros grandes relatos estadounidenses sobre la ambición, sin ofrecer novedades ni recursos únicos. Hay ecos de 'El lobo de Wall Street' y cierta estética de Boogie Nights, pero le falta el ritmo narrativo que caracteriza a esas películas.
Con situaciones tensas y pasiones conflictivas, Singer y los demás hacen la mejor película de aventuras en mucho tiempo, una de esas que justifica su producción elefantiásica no sólo con espectacularidad sino con criterio, inteligibilidad, consistencia y talento.
La película presenta un ritmo y un tono intermitentes, así como una variabilidad en la precisión de las actuaciones y en la distribución del protagonismo entre los personajes principales.
Se atenta contra lo atractivamente inextricable del mal del film de los setenta. La obsesión por el origen es una de las plagas de las películas de franquicias: ese sinsentido que quizá no debía explicarse ahora se explica.
Es ese tipo de películas de género que Hollywood solía hacer con más maestría en los años 70 y parte de los 80. En aquel entonces, se contaban las historias con un mejor ritmo y se evitaban los constantes frenazos y arranques que a menudo las debilitaban.
La película aglutina, funciona como eslabón, como plantada de bandera para el veterano Scott, y como ejemplo a la hora de ofrecer acción, suspenso, tensión, dolor, oscuridad y hasta algunas dosis mínimas de calidez y humor.
Eastwood tiene los secretos. Sabe cómo ser clásico y no antiguo, cómo contar con fluidez una historia (...) Lo asombroso es el efectivo suspenso que logra generar el director con lo que ya sabemos, tal es su maestría narrativa.
Kral, mediante una estructura que evita caer en el piloto automático, fusiona el documental con la ficcionalización de forma intermitente y logra disolver ambas formas. Presenta escenografías variada a lo largo del tiempo y filma danzas especialmente para la ocasión, además de utilizar un archivo de gran calidad.
Con chistes que juegan con la corrección política desde ángulos contemporáneos, con actrices en estado de gracia, con coreografías de alto profesionalismo y la rica tradición musical de una industria que la ha cultivado durante años, se alcanza una combinación especialmente atractiva, llena de ritmo y emoción.
Mediante una excepcional carga humorística, Eastwood ofrece, a los espectadores de su arte indeleble, las emociones del cine con forma de cine. Una vez más.
Una película sobre cruentos atentados presentada con unos cuantos brillos en su elenco multinacional y armada en forma de thriller convencional, eficaz, o más bien contundente.
Lo que predomina es el humor de diversos matices, junto a personajes secundarios encantadores y entrañables. Además, la expresividad y la impecable mandíbula de Zoe Kazan crean una conexión instantánea tanto con su coprotagonista como con el público.
El problema fundamental de este filme radica en su incapacidad para contar una historia. No logra construir secuencias que generen tensión interna, carece del tono adecuado y recurre en exceso a estilos de telenovelas anticuadas.