Cuenta con todos los méritos para no solamente ser reconocida por tratarse de un proyecto impulsado por mujeres, como hasta ahora se ha destacado en los medios en general, y menos cuando el que así sea ya no debería sorprender a nadie, esa tendría que ser la normalidad.
Su extensión llega a volverse un inconveniente para mantener la atención del espectador, pero por otro lado alude a una clara corrección en su manufactura, y el testimonio es de tan abrumadora y lamentable vigencia, que le alcanza para ponerse por encima del promedio.
Un ejercicio fílmico sobrio que funciona a medias, acertado al plantear un universo con reminiscencias al cine negro de arrabal, para exponer lo grotesco de la masculinidad abusiva pero es fallida en el desarrollo y la ejecución básica de la trama.
Evita caer en lo melodramático y muestra a una Julia Roberts como raramente la hemos visto. Su ausencia de pretensiones hace que la invitación a reflexionar funcione de manera efectiva.
Dentro de su embriagadora simpleza, la cual es aún más por lo que sugiere, encuentra la profundidad de los sentimientos y, de paso, se permite hacer un guiño a la nostalgia por aquel mundo análogo que ya se fue.
Pese a que 'Merlina' no escapa a ciertos tópicos de los productos juveniles, consiguen darle una conveniente y llamativa evolución al personaje que con lucidez hace suyo Jenna Ortega.
Lo mejor es que todo encuentra sentido como parte de la colorida representación de un escenario multicultural ubicado a principios de este siglo, que a pesar de no escapar de la fórmula en su estructura, es simpática e inteligente.
Se desequilibra en momentos y como adaptación se toma muchas libertades, pero los cambios le funcionan para ir más allá de una simple ilustración, además de que el engranaje de la propuesta está muy bien engrasado y la química del reparto es innegable.
Posee el encanto suficiente para sostener la comedia y de paso ofrecer convenientes reflexiones sin dejar de ser realmente entretenida, equilibrada y por momentos entrañable.
La manera en que se presentan las pistas resulta perturbadora y reveladora, al mostrar las caras de las víctimas anteriores y conferirles un significado dramático, lo cual es suficiente para sostener la narrativa.
La trascendencia del mensaje es innegable, y el tratamiento del mismo es profundo, además de que el sutil desarrollo de cada uno de los roles, que equilibra la llamativa estridencia de la gestual propia de la animación japonesa, evita caer en los estereotipos.