Esto me tiene muy revuelto. Y poco implicado, indiferente y terminantemente aburrido. Ni siquiera es una chorrada de risa; simplemente es asfixiantemente aburrida.
Un documental penetrante, elocuente y dinámico que retrata el espectro emocional dentro de los detalles granulados de las experiencias de sus protagonistas. Imprescindible.
No es revolucionaria, pero los jóvenes amantes del lado más suave del anime se deleitarán viendo a dos jóvenes que se encuentran al trabajar sus respectivas dolencias.
Aunque no hay suficiente profundidad en el tema ni en los personajes para desarrollar completamente y simbólicamente cómo ha evolucionado la igualdad de género en el siglo XXI, la pasión de Cinorre es evidente.
Tiene suficiente belleza y profundidad temática y visual para expandirse desde los fans del anime al público general. A menos que seas una de esas personas de perros.
Es una mezcla algo tosca entre lo entretenido y lo típico, e intenta desesperadamente abarcar demasiados temas. Sin embargo, Richardson y Ferreira salvan la faena.
Por un lado, muestra cómo hemos conseguido progresar en nuestro entendimiento de las enfermedades mentales. Por otro, es un retrato torpe y superficial de una historia que requería un análisis más profundo.
Está tan desesperada por hacerte llorar que si pudiera saldría de la tele y te pellizcaría los conductos lagrimales. Pero como no sabe lo que hace, te daría un golpe en la rodilla y en el cóccix.
No es exactamente una película revolucionaria, pero se destaca en todos sus aspectos y cuenta con un elenco magnífico que logra ganarse nuestro aprecio, a pesar de su relativa falta de impacto dramático.
No cumple completamente con lo que podría haber sido, sin embargo, su dirección es notable. En algunas ocasiones, consigue provocar una reflexión profunda y definitivamente merece ser vista al menos una vez.