La brillantez del film reside en su ambivalencia dialéctica: uno percibe que Chabrol tiene afecto por los Lelievre, pero que también entiende profundamente el odio homicida de Sophie y Jeanne.
Como película infantil, tiene un gran sentido de la magia y transmite una profunda emotividad, superando a muchas de las producciones habituales de Disney.
Se centra en una historia de amor imposible y la idea de la película es provocar que lo siga siendo por todos los medios. Te permite pasar un rato entretenido y ofrece algunos escalofríos por el camino.
La obra de Uhry es un vehículo sentimental para los actores, tan teatral que resulta difícil trasladarla al formato cinematográfico. No obstante, los tres intérpretes logran aprovechar al máximo el material.
Aunque los resultados son muy profesionales, la autocompasión masculina resulta tan abrumadora que probablemente intentarás evadir esta verborrea sobre Tolstoy, a menos que te cause náuseas como me ocurrió a mí.
Esta película de 1970 se presenta como una de las más irritantes de John Cassavetes, ya que está impregnada de fanfarronería masculina y bravatas que arruinan incluso sus mejores obras. A pesar de esto, resulta imposible ignorarla por completo.
Si te aterran las serpientes, esta película podría ser para ti. Sin embargo, deberás soportar numerosas caracterizaciones absurdas y giros argumentales poco creíbles.
La animación es poco estimulante aunque decente. En general, la mistificación de las diferencias de clase haría que Dickens se estremeciera, pero los niños la encontrarán aceptable.
Una mirada detallada a los cementerios de mascotas. La aparente crueldad de su sátira inexpresiva se transforma lentamente en una visión más compasiva, profunda y extraña.
El resultado se sitúa varias ligas por encima de las adaptaciones de Joyce realizadas por Joseph Strick, aunque no logra alcanzar la grandeza de la historia original.