Welles hace que la historia sea más poderosa gracias a su extraordinaria puesta en escena y a unas de las mejores actuaciones que se pueden encontrar en el cine estadounidense.
Como ocurre a menudo en las películas de Loach, así como en la historia, la traición a los ideales de los socialistas y otros grupos deja un sabor amargo. Esto me provocó una profunda tristeza, aunque no me otorgó mayor sabiduría.
Muestra cierta mejora con respecto a otros trabajos de Allen; el material funciona, aunque el argumento se hace algo mecánico hacia el final. Las interpretaciones, no obstante, son muy buenas.
Una historia que critica de forma explícita al feudalismo chino e indirectamente a la China contemporánea. Aquí Zhang confirma su maestría y habilidad de diferentes maneras.
Una historia que no es del todo una comedia, ni un asesinato misterioso, ni un thriller policíaco, ni una denuncia de la inmundicia de Hollywood, pero que se las arregla para dar tibias puñaladas en todas estas direcciones.
El resultado es un film que se ve bien, particularmente acertado en la interpretación de Sean Connery, la ambientación de los lugares de Chicago y de la época en general.
El poder del montaje evocador de Resnais es más potente que nunca. Las imágenes románticas y resplandecientes junto con los ritmos son fascinantes y cautivadores.
A diferencia de la mayoría de las películas de terror, esta obra otorga igual relevancia a la realidad y a la fantasía, siendo la primera incluso más aterradora.