Una película peculiar y frustrante. No logra convencer como comedia, tampoco se establece correctamente como drama, y se desvía de la estructura habitual de un biopic. Sin embargo, 'Rules Don't Apply' resulta, de algún modo, extrañamente cautivadora.
Es lógico que el biopic sobre el músico paródico Weird Al sea a su vez una parodia. Y aún mejor: Daniel Radcliffe tiene vía libre para sacar a relucir su excentricidad en el papel principal.
Un regreso desgarrador a 1967. La película es realmente extraordinaria. Will Poulter brilla con su actuación, mientras que Anthony Mackie cautiva con su presencia en pantalla. La narrativa está lejos de ser una simple historia del pasado, logra conectar con el presente de manera impactante.
Jason Clarke impresiona con su actuación. La dinámica de la película se centra en la interacción entre el protagonista y la audiencia, manteniendo un constante tira y afloja que atrapa al espectador.
Cheadle transmite credibilidad y la ambientación de la época es impresionante. Sin embargo, me cuestiono si realmente tiene una historia sustancial que narrar.
Es el último recordatorio de que cuando un médico desconocido te propone colaborar en un experimento en una casa remota, la respuesta debería ser siempre: 'No, gracias'.
La estrella de 'Divergente', Shailene Woodley, ofrece la mejor actuación de su carrera mientras que el director Baltasar Kormákur logra mantener altos niveles de interés a lo largo de la película.
Es importante añadir que esta locura tiene un propósito. La anarquía pretende representar lo que todos sentimos (...) Todo tiene sentido cuando la ves. Y es fantástico
[Crítica 2ª temporada]: el espíritu brillante, juguetón e ingenioso de la serie clásica ha florecido plenamente en esta nueva versión, como nunca antes habíamos visto.
Ni siquiera Chris Hemsworth empuñando un arpón puede evitar que la reelaboración de Ron Howard sobre el Essex de Nantucket pierda el camino entre las olas.
Es aguda, cálida e inteligente, y de lejos lo mejor que ha hecho [Michael Showalter] que puedas mostrar fácilmente a la gente a la que no le gustan las comedias que se ponen demasiado extrañas.