Todo en «Star Wars, el despertar de la fuerza» remite a la idea original. A los fans les entusiasmará, mientras que los espectadores comunes se sentirán atrapados por el ritmo vertiginoso que Abrams, un maestro en este aspecto, logra crear a lo largo de la película.
La trama es ágil, ingeniosa y está llena de suspense. Se percibe el vacío, el viento y el temor palpable entre los personajes, excepto en el héroe, como debe ser. Aún no me he recuperado del mareo.
A la originalidad de la propuesta se ha unido una mayor profundidad en el entramado. Todo sucede a mil por hora, a tal velocidad que es necesario tener cien ojos para disfrutar de cada detalle de lo disparatado y jugoso de cada dibujo.
La película presenta un destacado nivel técnico, pero su calidad cinematográfica deja mucho que desear, en gran medida por un guion excesivamente estereotipado, repleto de clichés y algo cursi.
El argumento tiene su atractivo, es una versión renovada de Jumanji. Sin embargo, el problema radica en la ejecución, ya que los monstruos parecen sacados de un catálogo de bajo presupuesto, resultan poco creíbles y están mal desarrollados.
Es una película que se disfruta con facilidad, resulta entretenida y tiene un enfoque juguetón. Sin embargo, le falta un poco más de seriedad y profundidad, además de un tono más formal. El final no es del todo coherente y genera algo de confusión en su desenlace.
La puesta en escena es mucho más que impresionante, es espectacular en todo su esplendor. Aunque la película presenta ciertos altibajos en su narración que le restan un poco de encanto, no deja de ser visualmente placentera.
Abrams optó por un enfoque seguro, presentando pocas innovaciones. Esto representa un problema, ya que si no eres un verdadero fan de Star Trek, puede resultar complicado disfrutar de esta entrega, dado que se siente repetitiva.
Un circo con varias pistas: el espectáculo en sí, los giros acertados de la trama y, sobre todo, la faceta personal de un Stark más humano y cercano. El mérito de Black radica en que ha conseguido que todo funcione.
Aquí habrían sepultado todo en un filme lineal y plano, con únicamente batallas espectaculares, si no hubiese aparecido Loki, quien logra rescatar la película de manera magistral.
Un derroche de criaturas animadas que desborda la mente de todo el que esté viendo ese prodigio de creatividad. Sin embargo, el guión es un fiasco: previsible, reiterativo y manido.
Brave promete mucho, comienza con fuerza y sostiene un ritmo elevado, hasta que la narrativa se desinfla a medida que los clichés empiezan a afectar un guion limitado y poco innovador.
Charlas atroces, insólitas, apenas trabajadas y sin una sola vuelta de tuerca en su desarrollo. El resto es también plano e hierba pisada. Solo se diferencia por la puesta en escena. Grave tropiezo de Pixar.
El problema de Mitre radica en que no está claro si busca la provocación, la justicia divina o incluso un refugio para su protagonista. Sin embargo, no logra ninguno de esos objetivos, ya que el guión no logra explicarlo adecuadamente. La película resulta poco convincente.