Tenemos que hacer un esfuerzo de fe para creernos todo, no solo la historia, sino el desarrollo en sí. Todo es blando y esperado, tan «yo soy el bueno y tú el muy malo» que la aventura se desvanece.
Primer largometraje del prometedor Manuel Menchón, que muestra una visión amplia y una ambición generosa. Aunque es modesta, sigue siendo una joya que nos presenta Menchón.
Barker ha optado por la naturalidad y la frescura, contando con excelentes actores. Lo mejor son los diálogos, chispeantes y sangrantes, que reflejan fielmente la hipocresía.
Una obra que resulta interesante, aunque un tanto lenta y falto de agilidad, para comprender la esencia de uno de los más grandes genios de la poesía reciente.
Le falta hondura dramática. Sang-il ha narrado de manera correcta, aunque con un cierto apresuramiento, esta historia ligera pero hermosa sobre heroicidad.
Resulta difícil creer que alguien piense que, hoy en día, puede asustar a la gente con chirridos de puertas mal engrasadas, ya que producen más ganas de llorar que de temblar.
Narración correcta en la que el drama se presenta con cierta naturalidad, aunque en algunos momentos puede parecer forzado. Sin embargo, logra ser creíble en todo momento.
Merece la pena observar cómo la directora opta por una narrativa fría y expositiva, lo que otorga a la historia un alcance más amplio y potencia la eficacia de la denuncia que se plantea.
En esta crítica social, intensa y brutal, se encuentra el verdadero valor de la película, que busca su legitimidad en el hecho de que se basa en una historia real.
Linklater presenta un boceto audaz que confía en la capacidad de sus actores, quienes brillan en sus interpretaciones. En definitiva, se trata de un tesoro casi oculto de gran valor.
No verán al mejor Clint, sino a un cineasta emocionado por el personaje que describe. Su trabajo es meritorio en ejecución, pero su planteamiento resulta excesivamente idealista. Aún así, la huella del maestro es siempre firme.