Goth es sobresaliente, exhibiendo una vitalidad verbal y una conexión con la realidad que no ha podido aprovechar hasta ahora. 'Pearl' presenta una historia original excepcional que ilustra cómo se desarrolla la crisis en tiempo real.
Coppola tomó la obra de Mario Puzo y la sumergió en un ambiente de paranoia nixoniana, explorando las complejidades del poder en las sombras de la política.
El ojo que tiene Emmerich para los detalles históricos impresiona. La película se transforma en un entretenimiento de alta calidad cuando se enfoca en los estrategas militares.
La película cuenta con actores atractivos y algunas escenas muy íntimas, pero a menudo deja una sensación de vacío. Muchas veces se siente como un melodrama rehecho.
Una deslumbrante evocación del mito y del hombre. La película logra algo difícil y valioso: extraer una intimidad impactante de los cambios culturales radicales.
Un thriller de espionaje sobre la Guerra Fría profundamente satisfactorio, más melancólico de lo habitual en el director, que sabe camuflarse expertamente en el estilo de John Le Carré.
El conjunto es extraordinariamente rudo y amoral, pero lo mejor es el temerario estilo que emplea en su montaje, algo que no se había visto desde los tiempos álgidos de Oliver Stone.
La película explora de manera profunda el amor familiar, el compromiso que se desarrolla lentamente y, también, la muerte, temas que resuenan con gran intensidad.
Una extraordinaria mezcla de reflexión personal e inspiración artesanal, una desgarradora aventura infantil que aporta lirismo a la difícil situación de los inmigrantes.
Un paso más en la aclaración de la que puede ser la carrera más prometedora en el cine americano: el de un cineasta urbano, en sintonía de tiempo y lugar con la economía actual, que mira al trono vacante de Sidney Lumet.
Al final, el prometedor reboot del año pasado se desvanece al convertirse en un titubeante desfile de personajes que regresan, dejando mucho que desear.
Se deleita con sus propios recursos metanarrativos, aunque solo logra infundir miedo en algunas ocasiones. Además, no logra construir sus secuencias con la misma solidez que lo hizo Craven.
'Blue Caprice' es probablemente lo que el cine post-11S debería haber sido: desesperado por explicaciones, incipiente y envuelto en una soledad silenciosa. Aunque lo podemos soportar mejor una década más tarde, todavía no estamos curados.