Estilizado sufrimiento. Hay algo sospechoso y disonante en esa reluciente austeridad, y esa insistencia en enmarcar la abyección en composiciones de elegancia extrema.
Una verdadera fusión entre medios, entre los encantos de fórmulas televisivas de antaño y el impacto visual o la fiereza épica del cine superheroico actual.
Se debate entre el drama serio sobre la memoria histórica y la catarsis 'pulp' vengativa. La balanza se decanta hacia la diversión en su tercer y, sobre todo, cuarto episodios.
Se busca un equilibrio difícil entre el melodrama crepuscular y la acción física que desafía las leyes de la gravedad. Este último aspecto es el más satisfactorio. Aunque no se trate del cierre más óptimo, cumple su función de manera efectiva.
Un homenaje al rock de los 70 que no logra cautivar. Se queda en un recorrido superficial por los elementos típicos de la mística rockera de esa época.
Drama oscurecido por el humor. Los personajes, la actriz y la trama son cautivadores, pero 'Gaslit' explora diversas perspectivas. Matt Ross utiliza un enfoque mayormente cínico en lugar de cálido.
Era de esperar que fuera elegante y hermosa, pero no hasta este nivel. A los exquisitos diseños de producción y vestuario se suma el talento del director en la planificación en formato panorámico.
En su intento de equilibrar diferentes perspectivas y comprender a su antiheroína, Waller termina cayendo en ambivalencias que resultan algo cuestionables.
Se debate incómodamente entre la severidad y la ironía pop, presentando una serie que atraviesa una crisis de identidad. Aunque la trama puede ser confusa, su estilizada recreación de los setenta logra mantener el interés del espectador.
Cruza con alegría el neo-giallo y los pasajes en negativo al más puro estilo de Maya Deren. Sin embargo, no siempre resulta fascinante; también puede volverse desesperante, especialmente en algunas de sus escenas de comedia bufa.
Es, al menos en su recta inicial, un 'thriller' oscuramente juguetón, disfrutable por sus personajes de gestos ampulosos, sus juegos con las perspectivas o su hábil uso del 'cliffhanger'.
Dolan recupera su mejor inspiración en televisión, insistiendo gloriosamente en imbuir sus imágenes de fuerza expresiva y un romanticismo casi desesperado.
Potente propuesta. Un relato que ofrece una profunda reflexión sobre temas actuales, con personajes bien construidos y una narrativa envolvente. La dirección es sobresaliente y la banda sonora complementa a la perfección las emociones que se despliegan en pantalla. Sin duda, una obra que deja huella.
Acción espectacular, personajes más grandes que la vida y latigazos de tragedia y oscuridad. Nunca antes se ha visto mejor en una pantalla, con una calidad impresionante, destacando a la mayor estrella que ha surgido de cualquier deporte.