Una cautivadora Margaret Qualley se adueña por completo de la película, que tiene la esencia del cine independiente pero con un enfoque accesible para el gran público.
La película explora temas de amistad y colaboración de una manera convincente. Con una dirección ágil y un ritmo notable, logra mantener el interés del espectador. Sin embargo, su guion se torna repetitivo y pierde dirección en ciertos momentos.
La trayectoria del artista se narra de manera convencional, con un guión que resulta excesivamente explicativo. Sin embargo, está ilustrado por una fotografía de Álex Catalán, quien utiliza la luz natural de forma excepcional.
El humor de los nuevos guionistas se sitúa entre 'Muchachada Nui' y las comedias más desmadrosas de Javier Fesser. La ausencia de algunos personajes se ha resuelto de forma muy ingeniosa.
Hay películas, como ‘El juego de las llaves’, que enganchan al espectador desde el principio porque le retan a imaginar qué haría él si le planteasen un dilema como a los personajes.
El cine consiste en dotar de magia a la realidad. No hay más misterio, y eso es lo que logra Erik Popp recurre al efecto especial más económico y eficaz que existe: la imaginación del espectador.
La vida de Céline Dion tiene mucho de cuento de hadas, y como tal, con un tono naíf que sorprende y atrapa a la vez, se narra en este pseudo-biopic (...) Valerie Lemercier hace un trabajo encomiable (…) Puntuación: ★★★ (sobre 5)
Con un uso atractivo del color y personajes que parecen sacados de las páginas del legendario TBO, la película se presenta como una excelente opción para disfrutar en familia.
Una irresistible comedia familiar que mezcla subtramas y añade la comedia romántica a la ciencia ficción. Esta combinación está bien estructurada, ofreciendo una experiencia amena y entretenida.
Ternura y fantasía combinadas a partes iguales son los elementos clave de este drama con alivios cómicos y elementos de ciencia ficción que sorprende y atrapa desde el principio.
La película, a la par que entretiene, muestra con naturalidad una serie de valores positivos a los peques. Esta tercera aventura recupera la frescura y el espíritu lúdico de sus comienzos.
Dirigida con una notable elegancia y ternura, la película destaca por su exquisita fotografía y el acompañamiento musical. Sin embargo, estas virtudes no logran compensar las interrupciones en el ritmo, que ya de por sí es moroso, causadas por extensos monólogos.
La película, que puede recordar una versión 3.0 del cine quinqui, se disfruta bien como un entretenimiento sin más. No acaba de funcionar, sin embargo, la crítica social que propone.
Abundantes primerísimos planos, un estilo semidocumental, secuencias de cámara en mano y un tratamiento notable del sonido, con conversaciones casi fuera de campo e inaudibles.