La presentan como la respuesta suiza a 'Rocks' de Sarah Gavron, sin embargo, carece del entusiasmo y la inteligencia narrativa que convirtieron a esa obra en algo verdaderamente satisfactorio.
La dirección de Easton Street sufre debido a las restricciones presupuestarias. Las chicas, según el encuadre, parecen ubicarse cerca de la costa, en alta mar o en una piscina de un estudio. ¿Y el tiburón? Es realmente decepcionante.
Se trata de un material extraordinariamente solvente, impecablemente interpretado y con un trasfondo político apasionante, de dos cineastas que trabajan a un ritmo que parece no requerir esfuerzo.
Los escalofríos aparecen a medida que avanzamos en la trama, creando una atmósfera tensa y envolvente. Las actuaciones son notables y logran transmitir la angustia de los personajes. Aunque algunos giros son predecibles, la forma en que se desarrolla la historia mantiene el interés del espectador de principio a fin.